Las 5W de los conflictos olvidados

Por Carlos Tofiño


Se han cumplido ya dos años desde aquel 7 de octubre que hizo saltar, literalmente, todo por los aires en la Franja de Gaza. La brutalidad del asedio israelí y la retransmisión de un genocidio en directo han eclipsado la actualidad noticiosade cualquier otro conflicto en curso, incluida la guerra en Ucrania. Pero ambos conflictos no se iniciaron con el ataque deHamás en octubre de 2023 ni invasión rusa en febrero del 2022; sin embargo, los grandes medios de comunicaciónoccidentales ofrecían, de ambos contextos, un eco mediático reducido a informaciones esporádicas e intermitentes. Y aunque de forma paulatina estas dos guerras vuelvan a desvanecerse en las escaletas de los telediarios, todavía están lejos de caer en el saco roto de los conflictos olvidados. Será entonces precisamente ese olvido una de las principalescausas que alimenten su cronificación, como sucede con tantos otros conflictos que, tras el vacío informativo, esconden toda una red de perversos intereses alimentados por contiendas sin testigos, que condenan a poblaciones locales a un sufrimiento perpetuo y un futuro incierto.

La tradición periodística ha utilizado el paradigma de las 5 W para estructurar el relato informativo, es decir, responder al what, where, who, when and why (el qué, dónde, quién, cuándo, y por qué) para transmitir el mensaje noticioso. Porsu parte, las teorías de la agenda setting explican las razones por las que los medios de comunicación —en particular losgrandes medios de masas— jerarquizan unas noticias frene a otras. Mediante la reinterpretación e integración de ambosconceptos analizaremos en estas líneas por qué algunos conflictos, a pesar de generar muerte, destrucción y pobreza, dejan de ser noticia.

What?

Definir QUÉ es un conflicto responde a numerosos matices, es decir, se trata de un concepto que va más allá delenfrentamiento armado entre dos partes. El HIIK (Heidelberg Institute for International Conflict Research), un instituto independiente que investiga y analiza conflictos políticos internacionales adscrito al Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Heidelberg (Alemania), publica desde hace más de tres décadas el Barómetro de conflictos a nivelmundial. Este documento clasifica los conflictos en cinco categorías: “disputa; crisis no violenta; crisis violenta; guerra limitada y guerra”. El registro medio del último lustro supera los 300 conflictos por año, siendo más de 200 catalogados como conflictos violentos y con una media de más de 40 guerras abiertas en todo el mundo. Probablemente, cualquierciudadano medio que se informe a través de losprincipales canales españoles de prensa, radio o TV tendría dificultades para identificar más de 5 guerras en curso.

Pero, al margen de los conflictos categorizados como guerras, existen otros como los medioambientales, por la explotación de recursos naturales (Río Las Vacas, Guatemala) o la contaminación por vertidos tóxicos (los llamados pueblos del cáncer, China); los relacionados con el derecho a la tierra de los pueblos indígenas (Sengwer, Kenia; Adivasis, India); las crisis migratorias (Tapón de Darién, Centroamérica; cárceles ilegales en Libia); o la violencia estructural (mafias del narcotráfico, México; pandilleros, Haití). Todos ellos generan víctimas mediante disparos,destrucción y otras formas de violencia, que funcionan como moneda de cambio dentro de un ciclo viciado de intereses que ignoran a las poblaciones locales.

Where?

La cuestión del DÓNDE podría condicionar a la hora de informar sobre un conflicto, especialmente por el criterio de proximidad geográfica. Siendo así, desde las antenas informativas europeas, y particularmente la española, aquellos conflictos en territorio asiático nos pillarían lejanos desde una perspectiva territorial, cultural e incluso económica. Esto justificaría la escasez de información sobre guerras como la de Myanmar, muy a pesar de su impacto humanitario con más de 10.000 muertes, 3 millones de desplazados y una persecución étnica calificada de genocidio hacia el pueblo Rohingya. Por el contrario, la proximidad con el continente africano debería ocupar el principal foco de atención informativa internacional (al margen de la actualidad europea), pero no es el caso. Ni siquiera para los grandes mediostiene suficiente peso informativo que África sea el continente con mayor número de guerras en curso, sumando más del50% del total mundial.

El “dónde” nos revela, pues, que para la sección de internacional el criterio predominante gira en torno al estatocentrismo. Es decir, se da prioridad informativa a los espacios de relaciones políticas con grandes estados de influencia —los cuatro países europeos de siempre, Estados Unidos y China— y, por supuesto, con las organizaciones internacionales adscritas: UE, OTAN y, en menor medida, NNUU. Para el caso español, habría que añadir la atenciónhacia el otro lado del Atlántico por el vínculo histórico, cultural y económico con AméricaLatina, y en menor medida (y de forma desigual), la región de Oriente Próximo, cuya relativa cercanía geográfica con Europa es casi puracoincidencia. Con este mapeo geográfico de la atención mediática, resulta que los principales medios de comunicaciónespañoles ofrecen una escasa o nula cobertura informativa hacia el casi 75% del total de las guerras en el mundo: las que se libran en el África Subsahariana, Asia y Oceanía.

Y en esta (no) cobertura geográfica informativa de los conflictos, en nada ayuda la raquítica política de corresponsalíasde prensa que, desde la crisis del 2008, no levanta cabeza. Si tomamos África de nuevo como ejemplo geográficosignificativo por el número de guerras registradas, la realidad es una ausencia absoluta de corresponsales, a excepción de alguna esquina del continente como Rabat, Dakar o, si acaso, Johannesburgo o Nairobi. Tampoco proliferan los enviadosespeciales a las zonas de conflicto, recurriendo los grandes medios con demasiada frecuencia a la alternativa del “corta y pega” de noticias de agencia, lo que dificulta aportar valor mediante crónicas en origen con el contexto y rigor deseables.Menos aún colaboraciones con periodistas nacionales oriundos de los lugares en conflicto.

Who?

Este rigor y contexto también se nota al informar del QUIÉN. Los actores tradicionales de los conflictos armados son ejércitos regulares de países enfrentados por territorio, como el caso de Rusia y Ucrania. Pero la gran mayoría de lasguerras abiertas por el mundo son intraestatales, es decir, la batalla está dentro de los propios territorios nacionales. Poreso el “quién” de los conflictos olvidados es difícil de identificar, pues se extiende a otros grupos armados comoguerrillas, milicias, bandas paramilitares, narcotraficantes, yihad islámica, señores de la guerra, niños-soldado… Según Karlos Pérez Armiño, profesor de Ciencia Política especializado en Seguridad, Relaciones Internacionales y AyudaHumanitaria, estos grupos “tienen poco sentido de la disciplina y operan sin casi cadena de mando ni programa político”. A su vez, se añadirían los (nada nuevos) grupos mercenarios cuyo protagonismo mediático ha sido copado en la últimadécada por ejércitos rusos en los países del Sahel, Ucrania o en la guerra de Siria y que son herederos del modelo paramilitar israelí, británico o norteamericano como parte de la perversa externalización de las estrategias de política internacional que ejercen las grandes potencias.

¿Sabría entonces el lector, espectador u oyente identificar siglas como al-Shabaab, ASWJ, M23, TPLF, Boko Haram…? Aunque algún nombre pueda sonar familiar, sorprendería saber que refieren sólo a cinco de las 21 guerras que sedirimen en el continente africano. Pero no se trata sólo de identificar, sino de dar contexto. La drástica reducción de corresponsales y enviados especiales por los grandes medios de comunicación occidentales, a partir de la mencionada crisis económica del 2008, contribuyó al déficit en el relato periodístico. Esto limita la explicación, más allá de la superficialidad del conflicto, sobre las raíces históricas y conexiones sociales de los actores enfrentados. Conflictos, por cierto, hegemónicamente masculinos en cuanto a su liderazgo.

When?

La cronificación es una característica propia de los conflictos olvidados, lo que dificulta establecer el CUÁNDO o inicio de la contienda. En muchos casos, el inicio se remonta a procesos de descolonización incompletos o imperfectos (Sáhara Occidental o la disputa de Cachemira); a fenómenos político-religiosos (expansión del Estado Islámico o revueltas civiles como la Primavera Árabe) o a enfrentamientos étnicos y territoriales heredados de la fragmentación de antiguos estados plurinacionales (Sudán del Sur o los Balcanes).

Desde una perspectiva mediática occidental, la noticia salta habitualmente ante la violencia generada por un atentado, golpe de Estado o un recrudecimiento extremo del conflicto, como ha sucedido recientemente en Sudán. Sin embargo,éste ha sido un episodio más en una larga historia de país que ha vivido décadas de guerra. Así ocurrió también con el actual genocidio en Palestina: el continuo goteo de muertos semanales que se producía en Cisjordania y Gaza a manos del ejército israelí y sus colonos no suponía motivo de noticia hasta que, como apuntábamos al principio, el 7 de octubre hizo saltar todo por los aires.

En este sentido, habría que añadir a esas 5 W una pregunta más: el CUÁNTO. Es decir, ¿cuántas muertes o cuánta desolación se tiene que producir para que una guerra se convierta en noticiosa? Me atrevería a decir que, para losgrandes medios de comunicación occidentales, ese número es irrelevante o, por lo menos, así lo parece según losregistros de los tres conflictos armados con mayor número de víctimas mortales en lo que va de siglo XXI: Yemen (2014-2024), con 230.000 muertes, cinco millones de desplazados internos y el 80% de la población en situación de asistencia humanitaria; Tigray, Etiopía (2020-2022), las estimaciones superan el medio millón de muertos y dos millones de desplazados y Sudán (2023-…), con más de 150.000 muertes, 7,5 millones de desplazados internos, 3,5 millones de refugiados y el 50% de la población (24 millones) sufriendo escasez alimentaria.

Why?

El PORQUÉ de los conflictos olvidados respondería, pues, más a razones geoestratégicas y económicas que geográficas o humanitarias. Estas razones de corte político son también asumidas por los grandes medios de comunicación occidentales. Su cobertura periodística internacional reproduce las fichas de un sistema geopolítico que se debate entre la aspiración hegemónica y la realidad multipolar. Pero, en ocasiones, determinados conflictos sí consiguen, paradójicamente, una amplia cobertura que desharía las tesis anteriores.

El porqué en estos casos respondería a una razón más profunda: cómo la barbarie de la guerra es capaz de interpelar nuestros valores como sociedad, especialmente los valores fundamentales de la sociedad europea (tantas vecesdeshonrados); o, por el contrario, cómo de esa barbarie subyace un cuestionamiento frontal de nuestra identidad como sociedad, que provoca una contundente reacción mediática occidental como respuesta. El conflicto de Gaza sería unejemplo de ambas; aunque hay que reconocer que en otros, ni siquiera estas premisas fueron suficientes.

Cinco preguntas a través de las cinco W del periodismo que, sin ser concluyentes en sus respuestas, no pretenden tanto juzgar como analizar el ejercicio de comunicación de los grandes medios de noticias occidentales. Su gran paradoja es la limitación informativa, o al menos en lo que respecta al periodismo dedicado a los conflictos armados por el mundo. Elolvido aparece como un daño colateral de las guerras, pero es un olvido del que nosotros como lectores, oyentes o espectadores también deberíamos reflexionar. Así lo señalaba Max Fisher, reportero británico de The New York Times, a propósito de la publicación de diferentes crónicas sobre atentados terroristas y la predisposición registrada del lector occidental al visitar las publicaciones web según fuera el origen de las víctimas o el lugar del suceso: si las bombas y los muertos ocurren en Beirut, Bangkok, Bamako o Bagdad, impacta e interesa menos que si son en la sala Bataclan de París, la Rambla de Barcelona o la maratón de Boston.

El periodismo puede llegar a ser una desagradecida profesión si el receptor de noticias no se compromete en escarbarmás allá de los principales titulares en medios convencionales. Incluso en ellos, es posible encontrar interesantescrónicas y reportajes que nos sitúen en la realidad del mundo en el que vivimos. Pero también, y muy especialmente, son los medios no hegemónicos los que insisten en sacar del olvido a aquellos conflictos que no encuentran el eco mediático que merecen. Precisamente, buscan ejercer un periodismo en profundidad que visibiliza y contextualiza la barbarie comoherramienta que ayude al fin de las guerras. Como diría Fisher, superar la apatía y el desinterés de los lectores supondría una satisfacción para quienes se esfuerzan en poner el foco en los territorios y conflictos olvidados.

La extrema derecha, una amenaza para nuestras democracias

“El abrazo», de Juan Genovés, en homenaje a los abogados de Atocha
asesinados en enero de 1977 por pistoleros fascistas (Plaza Antón Martín, Madrid)

Los movimientos de extrema derecha y el neofascismo han crecido mucho en los distintos países y sociedades europeas. Se proponen la desestabilización del sistema democrático a través de una estrategia de “ultranacionalismo e identitarismo, soberanismo y crítica al multilateralismo, condena de la inmigración e islamofobia, la defensa de un Estado de bienestar chovinista que vale para los que son como yo y no para otros” (J. Amat).

Es, en definitiva, un ataque a los derechos sociales, políticos y a las libertades, y a la igualdad, sobre todo a la igualdad de género y los derechos LGTBIQ+, a la integración de las minorías y a la respuesta a la emergencia climática, así como a las políticas de transformación en todos esos ámbitos y, especialmente, en la configuración del actual Estado de derecho.

Podemos abordar esa estrategia, que se extiende más allá del Estado español, a través de algunos aspectos sustantivos (véase):

  • La extrema derecha ataca la institucionalidad democrática y su estrategia propone socavar la separación de poderes, silenciar a la oposición y fomentar los bulos y las mentiras usando una miríada de pseudoperiodistas debilitando todas las instancias científicas, académicas y culturales (el modelo de Trump y la precarización de las universidades públicas frente a las privadas -modelo Ayuso-). La censura de opiniones y manifestaciones culturales son un interés de las derechas.
  • El ataque a las políticas públicas y el refuerzo a la privatización de los servicios sociales, así como la reducción de los derechos laborales. En definitiva, un ataque al estado del bienestar que prolonga los efectos de las políticas neoliberales.
  • El empuje nacionalista e identitario es entendido como lo que ellos consideran «natural, tradicional y de sentido común”, adecuado a unos parámetros del carácter nacional basados en mitos y en un falseamiento de la historia (por ejemplo, la forma de hablar de “reconquista”), acordes con la normatividad religiosa, sexual y de género. Estas concepciones son claramente divisivas y atentan contra la convivencia en una sociedad diversa.
  • La lucha de las mujeres por la igualdad y el feminismo se considera una amenaza al “orden natural”, que es para ellos el orden de los privilegios masculinos y de la misoginia, al igual que los derechos de la diversidad sexual y de género. Es decir, su modelo es la familia natalista y jerárquica. Niegan la existencia de la violencia de género, la minimizan considerándola únicamente “intrafamiliar” o, sencillamente, la equiparan a la violencia contra los hombres. Pretender hacer tambalear algunos derechos ya conquistados.
  • El miedo a la invasión de la inmigración y su equiparación a criminalidad es uno de los ejes principales como generadores de odio en la población. Todo bajo la terrible teoría del “gran reemplazo” de la población originalmente autóctona por los inmigrantes. Algunas voces de la derecha extrema y de la extrema derecha, plantean, incluso, el uso del ejército para frenar la inmigración. Su locura militarista no tiene límites (Trump y otros autócratas son su modelo), tanto contra la inmigración como en el rearme militar.
  • Promueve el odio como hábito político (Peñamarín). Desde las ideas neoliberales consideran la justicia social y las ideas de izquierda como tiránicas, , opuestas al “orden natural” e, incluso, se considera a la izquierda como peligrosa para la humanidad e “inhumana” (Ayuso). La reiteración de insultos y vejaciones buscan la deshumanización de las personas, que como son representantes de un régimen tiránico y dictatorial se merecen todo tipo de ataques (a sedes de partidos y organizaciones progresistas, a periodistas, a menores inmigrantes…). No hay debate democrático, sino diversos tipos de violencia.
  • El culto a la acción por la acción –“la vida se vive para la lucha”-, que dicta que la acción tiene valor en sí misma y debe emprenderse sin reflexión intelectual. Esto, dice Umberto Eco, está relacionado con el antiintelectualismo y el irracionalismo, y a menudo se manifiesta en ataques a la cultura y la ciencia modernas. Todo el mundo es educado para convertirse en héroe y ese papel lo cumplen los “escuadristas” de diverso tipo (grupos como Desocupa y otros).

Hay un debate en torno a la comparación de la extrema derecha actual y la situación en época de la república de Weimar, previa al nazismo en Alemania o el fascismo de Mussolini. La comparación entre esas épocas y el neofascismo actual no debe considerarse como una predicción de que la historia se repetirá exactamente. Más bien, es un recordatorio de que ciertas condiciones crean un caldo de cultivo para movimientos que prometen soluciones simples a problemas complejos, alejados de los principios democráticos. La historia del nazismo y del fascismo italiano nos enseñan a estar vigilantes ante las señales de advertencia, incluso si se presentan en un envoltorio diferente, de un plan de destrucción del estado de derecho y de la institucionalidad democrática. Son procesos ya iniciados, en diverso grado en algunos países europeos y muy especialmente en grandes como Rusia, EEUU, China y varios más.

Las fuerzas progresistas deben enfrentar con firmeza esos avances neofascistas reforzando la democracia y los derechos sociales, políticos y de género de la inmensa mayoría de la ciudadanía.

Una respuesta justa y humanitaria para las personas que pernoctan en Barajas

En los últimos meses venimos asistiendo al progresivo deterioro y abandono de la situación de las personas en situación de sinhogarismo que pernoctan en las instalaciones del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas.

Los datos, propios y ajenos, coinciden en que en torno a 400 personas se encuentran varadas en dicho espacio, víctimas de un limbo legal y competencial que no aclara quiénes son los responsables de la atención social a todas estas personas que han acabado en el aeropuerto después de múltiples recorridos vitales, con un punto común: un sistema social y económico que expulsa y margina a un cada vez mayor número de sus participantes.

Vemos además con preocupación cómo se viene transmitiendo una imagen caótica de la situación en el aeropuerto, alimentada por determinados discursos mediáticos plagados de prejuicios, malentendidos y altas dosis de aporofobia y desinformación. Creemos que la puesta en marcha de estos discursos tiene una intencionalidad clara, en busca de un desalojo masivo y sin alternativas para las personas que allí sobreviven.

Desde las entidades firmantes no podemos negar que la presencia de un número ciertamente elevado de personas en esta situación genera problemas y conflictos de convivencia. Principalmente para las personas que se ven obligadas a vivir en circunstancias y de formas que ninguno de nosotros aceptaríamos como dignas. Una situación que debe resolverse cuanto antes y de la mejor manera posible.

Por ello desde las entidades firmantes exigimos soluciones justas y humanitarias para todas las personas afectadas por la situación que se está viviendo en las instalaciones del aeropuerto, apoyándose en los principios expresados en la Carta Social Europea, ratificada por España en junio de 2021 y en consonancia con las políticas comprometidas en la Estrategia Nacional de Lucha contra el Sinhogarismo en la que se enuncian los marcos de cooperación y el reparto competencial para la atención a personas en situación de sinhogarismo y las vías prioritarias de actuación.

Entre otras actuaciones urgentes se debería poner en marcha una mesa de coordinación entre las tres administraciones implicadas (Estado, Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid) además de los ayuntamientos de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes y Paracuellos del Jarama, donde se acuerde de manera inmediata y urgente la puesta en marcha de recursos suficientes para el realojo y el inicio de procesos de mejora personal e inclusión social de todas las personas afectadas por la situación de exclusión social extrema, que sobreviven en las instalaciones.

Nadie vive en el aeropuerto porque quiere, porque le resulte cómodo o porque entre dentro de sus planes vitales. Las personas que allí viven y duermen lo hacen porque no les queda más remedio, porque no tienen mejor alternativa. Porque ante la crisis residencial actual y ante la insuficiencia de las políticas públicas de protección social, vivir en la calle o en alojamientos de fortuna es una consecuencia cada vez más habitual.

Desde las entidades firmantes ofrecemos para ello nuestras capacidades, medios y voluntarios para realizar las necesarias tareas de mediación y acercamiento entre los diversos colectivos de personas afectadas por la situación. Desde las personas que allí viven, hasta las personas trabajadoras que cada día ven con desazón cómo se enquista una situación por nadie deseada.


Acción en Red, Fundación Acogida, Acrescere, Asociación pasión por el hombre – Bocatas, Asociación Bokatas, Comunidad de Sant’Egidio, Dragones de Lavapiés, EAPN España, Granito a Granito, Hogar Mambré, Parroquia Jesús y María, Asociación Los Chicos de Jose y Leo, Plaza Solidaria, Asociación Realidades, Asociación San Ricardo Pampuri, Proyecto Séforis, Solidarios para el desarrollo, Asociación Zaqueo

Segundas Jornadas «Educación en la II República, represión en el franquismo»

Segundas Jornadas «Educación en la II República, represión en el franquismo»
Del esplendor educativo transformador al retroceso destructivo
Manu Mediavilla

Las Segundas Jornadas «Educación en la II República, represión en el franquismo»,  celebradas el 4 y 5 de abril en La Bóveda de Acción en Red, reflejaron con rigor histórico y palpable emotividad el enorme contraste señalado en su propio título. El doloroso contraste entre el esperanzador proyecto republicano de transformación social y política (con la educación y las mujeres como protagonistas de los mayores avances frente al anterior régimen monárquico, apoyado en el caciquismo oligárquico y las instituciones militar y eclesiástica) y la implacable y destructiva represión de la dictadura franquista.

La presentación de las jornadas dibujó ya un simbólico telón de fondo con el verso “Recuérdalo tú, recuérdalo a otros” que abre el poema «1936» de Luis Cernuda, escrito en la década de los 60 tras su encuentro con un brigadista que llegó en 1936 para sumarse a la lucha para defender la democracia y la libertad. Aquel homenaje poético a quienes luchan por un ideal y en defensa de la dignidad humana se traduce en el presente en una obligación democrática de seguir apoyando la memoria histórica como un auténtico bastión de los derechos humanos.

Los derechos humanos, tan pisoteados por el franquismo ya desde el golpe de estado de 1936, como quedó reflejado en las jornadas en un amplio recorrido bibliográfico, cinematográfico y testimonial por ‘La Desbandá’ (persecución y matanza por tropas franquistas de la población civil durante su éxodo entre Málaga y Almería en febrero de 1937); por los asesinatos policiales y ultraderechistas que ensangrentaron la nada modélica Transición y cuya impunidad ha hecho nacer el «Colectivo por los Olvidados de la Transición» (COT); por la Escuela Benaiges de aquel «maestro que prometió el mar» a su alumnado; por los libros ‘escondidos’ de la Biblioteca Central Militar; por los escenarios y prácticas de represión de la Dirección General de Seguridad (DGS) y la Brigada Político-Social (BPS)… Y todo ello con un contrapunto transformador y de progreso: las maestras de la escuela republicana, cuya valiosa labor fue reivindicada por la profesora Sara Ramos Zamora como el «mayor ejemplo de esplendor educativo de la historia española».

 

Las maestras republicanas

Tras un vídeo sobre aquellas maestras que asumieron los principios republicanos y el reto de luchar por una escuela solidaria e igualitaria, la profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) destacó su pedagogía innovadora y renovadora, que fue clave en el modelo de escuela republicana y en el gran «legado social y educativo de las mujeres de la II República».

Ramos Zamora, también integrante del Patronato de la Fundación Ángel Llorca, recordó los vaivenes en el capítulo de derechos de las mujeres, con importantes avances en la II República (derecho al sufragio, a la igualdad laboral y salarial, al divorcio) que permitieron su «plena incorporación a la ciudadanía» y su «participación en el espacio público», y un brutal y generalizado retroceso en la dictadura franquista.

Sobre las bases del proyecto educativo de la II República, que concebía la enseñanza como elemento fundamental para el progreso social, sucesivas medidas (bilingüismo, libertad religiosa –educación moral sin adoctrinamiento religioso–, coeducación, libertad de cátedra) fueron apuntalando aquella reforma de gran calado que pretendía garantizar una educación pública y laica, gratuita y solidaria, activa y creativa. Una educación que cogía así el relevo de la experiencia pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza y que se inspiraba además en movimientos renovadores como la ‘escuela única/unificada’ o la ‘escuela nueva’. De hecho, el Gobierno republicano apoyó las estancias en universidades extranjeras, que sirvieron al profesorado para conocer y desarrollar corrientes pedagógicas innovadoras.

En ese contexto, subrayó la profesora de la UCM, las maestras asumieron el reto de «formar de manera crítica a las futuras ciudadanas» y tuvieron un papel determinante en la lucha por la igualdad y por una educación pública y democrática. Su aportación fue decisiva en iniciativas tan exitosas como las misiones pedagógicas, que fomentaron la cultura mediante lecturas, cine, teatro, música y museos itinerantes. Como las bibliotecas populares, que propiciaron el encuentro social y cultural y que facilitaron la alfabetización y formación de ciudadanos más críticos y participativos. Como las cantinas y roperos escolares, que a lo largo del curso proporcionaban alimentos y ropa gratuitos a las niñas y niños necesitados y que el Gobierno republicano integró en su apuesta educativa con un importante esfuerzo presupuestario. Como las colonias escolares, que permitían al alumnado viajar al mar o la montaña, hacer deporte, divertirse y, sobre todo, comer. Como las escuelas de adultos. Y, en fin, como el protagonismo de las maestras rurales en la democratización de la educación en la II República.

El franquismo destrozó aquel modelo educativo de progreso con una vuelta al modelo tradicional que «legitimaba el papel secundario de las mujeres», relegadas al papel de «esposa, madre y educadora de sus hijos», y en el que solo tenía cabida la «maestra maternal» que debía inculcar «valores religiosos y patrióticos». Todo ello en el marco de un «proceso largo y duro de depuración» en el que una de cada seis maestras fueron depuradas o sancionadas, mientras a otras muchas solo se les permitía la continuidad tras inhabilitaciones temporales, cartas de súplica o avales provisionales.

La profesora Sara Ramos Zamora no esquivó una referencia a la situación actual, en la que ve un claro «retroceso en el discurso sobre la mujer» y una enseñanza atrapada en la «mercantilización» y que ya «no es base de transformación social». La financiación insuficiente de la escuela y la universidad públicas anticipan «un futuro muy incierto», remachó, mientras el maestro carga cada vez una «mochila con más peso», pero «no recibe compensación por su aportación a la sociedad».

Múltiples objetivos de represión franquista

Para el franquismo, el luminoso ejemplo de las maestras republicanas y de la educación en la II República sería un objetivo prioritario de represión. Pero no el único, como mostraron las jornadas de Acción en Red en La Bóveda.

La proyección del documental «La carretera de la muerte» recordó ‘La Desbandá’ de febrero de 1937, cuando la población civil que huía masivamente de Málaga (al menos 120.000 personas, que irían aumentando hasta 200.000 en la ruta hacia Almería) fue perseguida y «masacrada por tierra, mar y aire» por las tropas sublevadas contra la República. Así lo subrayó el ex-represaliado político Luis Suárez Carreño al constatar que aquellos «hechos no recogidos por la historia oficial» solo pudieron ser documentados por el médico canadiense Norman Bethune, que había llegado con una ambulancia que permitía transfusiones, y por uno de sus dos ayudantes que era aficionado a la fotografía. Aquel testimonio ha permitido a colectivos de memoria histórica representar ‘La Desbandá’ (primero por tramos y en su totalidad desde 2017), iniciativa que ha recibido un nuevo impulso con la declaración por el Gobierno como Lugar de Memoria Democrática.
«Benaiges, la escuela asesinada», dio título a la conversación sobre el maestro catalán Antoni Benaiges i Nogués, que en 1934 revolucionó la escuela del pequeño pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba, cercano a Briviesca, con el método pedagógico Freinet y su apuesta por la educación como herramienta de integración social. Desde el amor y respeto a su alumnado infantil, hacía partícipes de su propia enseñanza a las niñas y niños, quienes escribían sus «cuadernos de la vida» (especie de diarios que les permitían expresarse con libertad, cooperar en el aula e incluso hacer intercambios con otras escuelas) y luego los veían encuadernados gracias a una imprenta que él mismo compró. Al día siguiente del golpe de estado franquista, el 19 de julio de 1936, fue detenido en la Casa del Pueblo de Briviesca, golpeado salvajemente, paseado semidesnudo en un coche descapotado, y fusilado. Su cuerpo no ha aparecido y se cree que fue arrojado a una fosa común en el monte de La Pedraja.

Ignacio Soriano, presidente, y Enrique Pérez Simón, vocal, de la Asociación Escuela Benaiges creada en 2013 y que ha rehabilitado y convertido el centro en museo pedagógico, destacaron su simbolismo como «lugar de convivencia y de paz». Y una persona recordó desde el público otro hecho simbólico: como refleja la película «El maestro que prometió el mar», Benaiges no pudo cumplir su promesa de llevar a sus alumnas y alumnos a la localidad costera de Mont-roig del Camp donde había nacido en 1903, pero aquella promesa pendiente se hizo realidad en 2024, cuando la Asociación Escuela Benaiges y dos organizaciones que trabajan en la Cañada Real madrileña y el granadino barrio de Cartuja llevaron a 28 niñas y niños de 8 a 13 años a esa población tarraconense en un viaje de convivencia y aprendizaje de una semana.

La presentación de dos libros del historiador Pablo Alcántara («La DGS. El palacio del terror franquista», y «La secreta de Franco. La Brigada Político-Social durante la dictadura») dejó constancia de la implacable represión del régimen. La Dirección General de Seguridad, situada en la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol, vio incrementado su poder en la dictadura y se convirtió en «epicentro del terror franquista»: miles de personas fueron encarceladas, torturadas y asesinadas en sus calabozos. La BPS, policía política del franquismo, empleó toda su maquinaria represiva para combatir a la oposición y al antifranquismo en cualquier escenario. Y lo hizo con la complicidad, colaboración y asesoramiento en método  policiales de la Gestapo, la CIA y el FBI.

Alcántara reclama la declaración como Lugar de Memoria de la antigua DGS –actual sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, que se resiste a ello– y de otros centros de tortura franquista. No faltan precedentes, tanto en España (la cárcel Modelo barcelonesa se cerró en 2017 para convertirse en un espacio memorial con exposiciones que ayudan a recordar e interpretar la historia) como en el extranjero, donde destaca la antigua ESMA argentina, Escuela Mecánica de la Armada: desde 2004 es un Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos que homenajea a las víctimas del terrorismo de Estado bajo la dictadura militar y que ha sido declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.

La presentación de otra obra, «Libros en el infierno. El fondo marxista de la Biblioteca Central Militar», escrita por Inocencia Soria González y Fernando Torra Pérez, puso de relieve la obsesión represiva del franquismo contra cualquier bibliografía que no encajara en sus principios. De la quema de libros se pasó a su depuración y selección para eliminar obras consideradas inmorales, marxistas, contrarias a la unidad nacional o a la ideología del régimen. En cuanto a documentos, en 1937 se creó la Oficina de Información y Propaganda Antimarxista (OIPA) «para organizar la contrapropaganda» y poner a disposición de los cuerpos represivos la información extraída.

En la Biblioteca Central Militar, casi 2.000 libros acabaron en el ‘infierno’, una zona prohibida en la que permanecieron escondidos desde que las fuerzas golpistas los requisaron en bibliotecas municipales, de ateneos republicanos, de sindicatos y partidos y en colecciones personales. Hasta 2001 no aparecieron en los catálogos, apuntó Torra Pérez. Y Soria González recordó las «pautas extrañas de los depuradores» al apartar obras clásicas como la «República» de Platón y una versión en catalán de la «Odisea, en este caso por «separatista».

Las víctimas olvidadas de la transición

La proyección del documental «Las armas no borrarán tu sonrisa», del guionista y director Adolfo Dufour Andía, y el posterior debate con dos integrantes del Colectivo por los Olvidados de la Transición, Olga Gutiérrez y Javier Almazán, dejaron ver cómo la sombra de la represión franquista se alargó durante años tras la muerte del dictador.

Javier Almazán, que tenía 13 años cuando su hermano Ángel (18 años) falleció en diciembre de 1976 a los cinco días de recibir una brutal paliza policial en una manifestación contra el referéndum de la Ley de Reforma Política, cifró en 300 las  víctimas de las fuerzas de seguridad y la ultraderecha entre 1975 y 1983. «La mayoría eran jóvenes que luchaban por la democracia» y rechazaban el modelo de Transición, remarcó. Jóvenes como Arturo Ruiz, estudiante granadino de 19 años asesinado por un comando ultraderechista durante la jornada pro-amnistía del 23 de enero de 1977, en la que sería conocida como «semana negra» de Madrid. Al día siguiente murió otra estudiante, Mari Luz Nájera, alcanzada por un bote de humo policial mientras protestaba por el asesinato de Arturo, y esa misma noche se produjo la matanza de abogados laboralistas de Atocha. Olga Gutiérrez, cuñada de Arturo Ruiz y viuda de su hermano Manuel, que fue hasta su muerte en 2023 el gran impulsor del COT., sigue en esa lucha contra el olvido en la que cada vez, subrayó,  «conocemos a más familiares de víctimas» y más gente se suma al colectivo.

No es una lucha fácil, a la vista de las numerosas resoluciones judiciales que han ido archivando casos represivos en base a la Ley de Amnistía de 1977. Esta norma garantizó la impunidad de quienes participaron en crímenes durante la guerra civil y el franquismo, y ha sido muy discutida por víctimas y organizaciones de derechos humanos, que coinciden en lamentar que la Ley de Memoria Democrática no haya eliminado los obstáculos a la investigación judicial de esos crímenes de derecho internacional.

En el documental son varias las voces que recuerdan que «el derecho a la verdad no lo pueden negar nunca» y que «los crímenes de lesa humanidad no prescriben». Pero también son conscientes de que «el miedo se disfrazó de prudencia» en la Transición y generalizó «el olvido» sobre muchos de aquellos sangrientos episodios. «Ahora es casi imposible luchar contra eso», comentó Javier Almazán, convencido de que la izquierda «pudo hacer más», en especial tras la multitudinaria movilización por la matanza de Atocha.

El documentalista Adolfo Dufour no pierde el optimismo. Como recalcó durante el coloquio, si en 1977, a sus 21 años, «teníamos horizontes de utopía», también ahora «hay que tener esperanza». Desde los años 60, «cantidad de películas y libros han intentado dar otra perspectiva. Del foco en el poder se ha pasado al foco en los de abajo». Y en ese sentido, explicó, «Las armas no borrarán tu sonrisa» narra «nuestra verdad, constatada con hechos, y muy poco contada», para esclarecer una realidad que «ni se molestaron en contarnos». Por eso, remachó, «no cerraría nunca la puerta a la esperanza», porque «el cine fija la memoria». Ya lo dijo una emocionada Olga Gutiérrez: “Cada vez que veo el documental es como si lo viera vivo”.

En el ambiente quedó flotando la idea de una Comisión de la Verdad, que tanto el COT como Acción en Red ven todavía improbable. Pero iniciativas como el informe de la Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias de Madrid y el documental 7.291 mantienen entreabierta la puerta de la esperanza.