6 jueves alternos entre el 17 de octubre y el 19 de diciembre
¿Te gusta escribir? ¿Te gustaría saber un poco más sobre técnicas, aspectos formales o simplemente potenciar tu creatividad? ¿Quieres explorar nuevas formas de mejorar tu redacción?¿Te sientes bien escribiendo, pero siempre lo vas dejando para otro momento? Entonces… ¡este es tu taller!
¿En qué consiste?
Es un taller primordialmente práctico en el que aprenderás a potenciar tu creatividad y a escribir sin miedos. Harás ejercicios divertidos en clase, tanto individuales como de grupo, y aprenderás las bases de la escritura sin coartar tu personalidad a la hora de escribir. Te daremos las herramientas para que puedas enfrentarte a tus textos de forma crítica y a la vez constructiva.
Cada clase te haremos una propuesta de trabajo para realizar en casa y la leeremos entre todos (si tú quieres) en la siguiente clase, con la finalidad de corregirla y mejorarla.
¿A quién se dirige?
A ti, que te estás iniciando en la escritura y quieres desatar tu creatividad, mejorar tu técnica y aprender a revisar, corregir y/o mejorar tus textos.
¿Cuándo?
Serán 6 clases en tres meses, siempre en jueves de 18:00 a 20:30 h.
Las fechas son las siguientes: 17 y 31 de octubre / 14 y 28 de noviembre / 12 y 19 de diciembre
¿Dónde?
El taller es presencial y se imparte en nuestra sede: San Felipe Neri 4, bajo. C.P. 28013, Madrid
¿Cuánto cuesta el curso?
El precio del curso es de 30€ al mes si pagas mes a mes.
Si haces el pago del trimestre completo por adelantado serán 75 € (ahorras 15)
Si eres socio de Acción en Red o te asocias antes de finales de octubre, con una cuota mínima de 10 € mensuales, te devolveremos, al finalizar el curso, el 50% del importe que hayas pagado por el taller.
La situación en la frontera sur europea tiene uno de sus máximos exponentes en Canarias, Ceuta y Melilla, por donde llegan numerosas personas migrantes con peligro de morir en el intento al pasar al otro lado. Para debatir sobre este tema proponemos una tertulia en La Bóveda, el próximo martes 15 de octubre a las 19 horas, donde previamente la estudiante de historia Carla Caballero Pérez nos presentará su proyecto de voluntariado en Ceuta sobre la cultura ceutí.
Os esperamos.
Vivir en la calle es una de las experiencias más duras y traumáticas a las que una persona puede enfrentarse.
Supone carecer de intimidad, de seguridad y de un espacio propio en el que descansar o custodiar los bienes materiales y emocionales de cada uno.
Implica desarrollar tu vida completamente a merced de los imprevistos. Tu día depende del calor o el frío que haga. Tu alimentación, de la buena voluntad de los vecinos, de lo cerca o lejos que quede un comedor social y de si hay plaza o no para ese día. Dormir es una aventura condicionada por la lluvia, por los eventos más o menos multitudinarios que organice la ciudad, por el humor de los que salen de fiesta o la consideración y la ideología del concejal o responsable político del momento.
Es fácil comprender por qué NADIE VIVE EN LA CALLE PORQUE QUIERE.
Porque vivir en la calle, además, deteriora la salud, la física y la mental, de forma acelerada. Porque las personas en situación de sinhogarismo viven de media 20 años menos que el resto de sus vecinos y vecinas.
Porque LA CALLE MATA. No mata el frío, no mata el calor. MATA LA CALLE. Y si nadie debe vivir en la calle, NADIE DEBE MORIR EN LA CALLE.
Cada muerte de una persona provocada de forma directa o indirecta por su situación de calle es un fracaso de todos. A muchos niveles.
A nivel político. Porque son las y los políticos los responsables de impulsar y financiar las políticas y proyectos necesarios para acabar con el sinhogarismo. Empezando por combatir sus causas, demasiado enraizadas en las dinámicas y estructuras sociales.
Un fracaso institucional. Porque son las instituciones y servicios públicos los que han de desplegar modelos de atención que les sean realmente útiles a quienes más los necesitan, que suelen ser los más alejados de los servicios de atención. A pesar de sus esfuerzos. A pesar del compromiso de sus profesionales.
Un doloroso fracaso para nosotras, las entidades de voluntariado que vemos como algunas de aquellas personas con las que tratamos diariamente se deterioran paulatinamente, sin que seamos capaces de encontrar un camino que motive el cambio necesario para una mejora.
Y finalmente es un fracaso de toda la ciudadanía. De los vecinos y vecinas que miran para otro lado ante situaciones como las descritas. De aquellos que culpan a las personas sin hogar de su situación, sin conocer las circunstancias de cada persona, sin comprender las causas últimas que abocan a algunas personas a malvivir su vida en las peores circunstancias. Vidas invisibles a la vista de todos.
Hoy estamos aquí para recordar a Mamadou, un joven sin hogar que falleció el pasado 12 enero en Madrid, en esta misma plaza. Víctima anónima de una ciudad cada día más inhumana y acelerada.
Queremos hablar de él, decir su nombre, homenajearle, porque nada hay más injusto que una muerte invisible, olvidada incluso antes de producirse. Porque más allá de sus errores, de sus fracasos, de sus buenas o malas decisiones, Mamadou no merecía morir en la calle, sin recuerdos, sin despedidas.
Como no lo merece ninguna de las personas que cada año fallece en la calle o como consecuencia de verse abocada a vivir en ella.
El primer paso para evitar estas situaciones es hacerlas visibles, hablar de ellas. Sentirlas como propias. Por eso hoy queremos hacer un llamamiento a los poderes públicos, a los servicios de atención, a nuestros vecinos y vecinas para que esta sea la última muerte que tengamos que recordar en la calle. Para que el nombre de Mamadou sea el último de la larga lista de fracasos que tanto daño nos hacen.
Para que el futuro sea que NADIE SIN HOGAR, no sea un lema, sino una realidad.
FIRMADO
Acción en Red Madrid ~ Bokatas ~ Casa Solidaria ~ Connect Madrid ~ Granito a Granito ~ Plaza Solidaria ~ Solidarios para el Desarrollo ~ Tus Castillos en el Aire
La afirmación que se deduce del título de este artículo es fruto de mi relación con un gato este verano en Ibahernando (Cáceres). Además, es un debate recurrente y con él todas mis ideas no compartidas por algún compañero en mi colectivo de Acción en Red de Madrid, que creo que piensa que sólo se puede ser sujeto de derecho si se puede exigir el cumplimiento del mismo; yo por el contrario considero que puede ser exigido por alguien distinto al sujeto de derecho si éste no puede plantearse pedirlo, por tener insuficiente capacidad.
Los animales, incluidos los seres humanos, tenemos una inteligencia y una autoconciencia analógicas y no digitales. Me explico, un gradiente analógico continuo frente a las dos alternativas que supone lo digital: o uno o cero, o blanco o negro. Por el contrario a la visión digital, la visión analógica supone que cada individuo se sitúe en un punto determinado de los muchos continuos en la curva o la recta que define la inteligencia.
Dentro de esa línea nos podemos remitir al símil de un lugar en la escala ascendente de complejidad de la vida inteligente que hace el norteamericano Daniel Dennet. Este define dentro de él la diferente situación de cada organismo vivo respecto a la inteligencia y plasticidad para tomar decisiones: desde criaturas darvinianas (su comportamiento está determinado sólo por la codificación genética y por tanto no tienen ningún tipo de posibilidad optativa a la hora de enfrentarse a un problema), criaturas skinnerianas (que además de la información genética, aprenden de su experiencia), criaturas popperianas (que son las que además de tener las dos propiedades anteriores pueden hacer hipótesis de experimentación imaginativa); y por último las criaturas gregorianas (que a la hora de tomar una opción tienen en cuenta las enseñanzas de la tradición colectiva de su especie).A mi esta hipótesis me sirve para revindicar el papel de la cultura frente al del determinismo genético y decir que las mejores herramientas biológicas son las mentales. No es lo mismo la vida de una acelga que la de una pulga, la de una mosca del vinagre que la de un gato, ni la de un perro que la de un niño pequeño o un orangután. Todas están sujetas a una línea de vida analógica. “Según Dennett sólo los invertebrados, y quizás no todos, podrían ser criaturas puramente skinnerianas. Los vertebrados son todos, sin excepciones, al menos criaturas popperianas”.
Proximidad
Respecto al valor de la vida, hay al menos dos posicionamientos diferentes: Labiologicista, asignándole a todo tipo de vida un mismo valor, absoluto, o (biologicismo fuerte) o con gradiente, (biologicismo débil). Esto se defiende desde alguna persona ecologista o desde posiciones religiosas como el jainismo hindú. Por el contrario, algunos tenemos una visión antropocentrista, al pensar que sólo podemos mirar al mundo desde el lugar biológico que ocupamos. En mi caso, ese antropocentrismo es débil, pues aunque valoro toda la vida lo hago más o menos por su proximidad a la especie humana, que es la mía.
Por supuesto, entre unas especies y otras hay enormes saltos en lo que respecta a la complejidad de la vida y, desde mi visión de especie, de valor concedido a cada forma de vida.
Hay estudiosos que llaman a éstos “póngidos” y a mí me gusta hacerlo con la palabra cuasipersona. En base a sus capacidades, merecen ser tratados con respeto.
Son sobradamente conocidos los casos de grandes simios que se comunican con sus cuidadores en laboratorios. Para hacerlo, y dado que ninguna otra especie de homínido, salvo la nuestra, posee un sistema fonador que permita articular palabras, se ha usado el lenguaje de los signos. Menciono el caso de la difunta chimpancé Whasoe, la igualmente difunta gorila Koko, famosa por el selfie que se hizo frente a un espejo y que fue portada de National Geographic, o el del recientemente fallecido orangután Chantek. Koko conocía y usaba, más de 1000 signos, creando con ellos frases nuevas y haciendo sesudas reflexiones. Muchos humanos, por desgracia actualmente, usan menos palabras de las que conocía Koko. Whasoe disfrutaba del tiempo libre y Chantek demostró que sonreía.
Decía Charles Darwin en el origen del hombre que “cualquier animal, dotado con instintos sociales bien marcados, incluidos aquí los afectos paternales y filiales, adquirirá inevitablemente un sentido o consciencia moral, tan pronto como sus poderes intelectuales se hayan desarrollado tan bien o casi tan bien como lo están en el hombre. Eso pasa con los grandes simios. Quizá debamos reconocer sentimientos morales en estos animales.
Hay quien considera que la habilidad de comunicación de estos homos, procede de un eslabón evolutivo común entre los seres humanos, gorilas y chimpancés: el chimpanzee–human last common ancestor, CHLCA por sus siglas en inglés, hace entre 6 y 9 millones de años. Sea como sea, la posibilidad de comunicación entre distintas especies de homínidos es un hecho.
La vida y el sufrimiento
La vida puede ser más o menos compleja, desde la que tiene una célula procariota (sin núcleo) hasta la de un ser humano, entre medias señalo la de una acelga o la de un gato ¿Debemos defender toda vida con igual intensidad? o ¿una con más intensidad que otra en base a algún criterio?
Por suerte o por desgracia, la vida compleja, como es la del ser humano, necesita depredar otras vidas para seguir existiendo. Por eso rechazo la posición del biologicismo fuerte de respetar todo tipo de vida.
El veganismo se basa en no generar sufrimiento. Entiende que todo ser con sistema nervioso tiene la capacidad de sufrir, pero no sé si esto es un axioma o algo no totalmente demostrado.
Podemos no comer ni carne ni pescado, pero no podemos dejar de depredar vida (vegetal al menos) para mantener la nuestra. Otra cosa es causar sufrimiento a sabiendas.
Los humanos somos un sistema cerrado que necesita entrada de vida en él para mantenerse.
Derecho convencional y derecho inherente
Hay quien opina que los seres humanos, per se, tienen una serie de derechos inalienables independientemente de que se respeten o no.
Otros sostenemos que todos los derechos son fruto de un contrato social entre personas; lo que conlleva que puedan existir, o no. No son inalienables, aunque son muy convenientes y señalan un alto grado de civilización Su existencia depende del grado de desarrollo de la sociedad, entre otros factores.
Si los derechos son fruto de acuerdos, como sostengo yo, las cuasipersonas no pueden exigir su cumplimiento, pero otros animales podemos tutelarlos y pedir que se cumplan por ellas.
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