El Alzheimer, una suerte de olvido para los olvidados

ROBERTO VALLE

Arquitecto y activista cultural

“La desdicha de los ancianos es un signo de fracaso de la civilización contemporánea”

Simone de Beauvoir. La vejez.

Este texto se escribió en abril de 2020 y recoge una experiencia iniciada en la comarca de Tierra de Campos, en la provincia de Valladolid, protagonizada por sus propios habitantes, consistente en la exploración de formas de vivir la vejez ajenas a las residencias convencionales (públicas o privadas) y que a su vez pretenden buscar e incidir en formas de dinamización social, cultural, económica… más amplias. Todo ello en una zona con muchos puntos en común con otras de características similares por estar inmersas en un proceso de descomposición y abandono progresivo desde hace unas décadas. La aparición de un hecho excepcional, como esta pandemia del covid, ha acentuado y hecho más visibles las consecuencias de determinadas formas, hoy y aquí imperantes, de entender socialmente la vejez.

INTRODUCCIÓN

PANORAMA ACTUAL Y FUTURO

SITUACIÓN GENERAL DE LA GENTE MAYOR. PRESENTE Y FUTURO EN LOS PUEBLOS PROPUESTA DE FUNCIONAMIENTO PARA UN PUEBLO PEQUEÑO, BARRIO O DISTRITO COMO PRIMERA EXPERIENCIA.

Paisaje de Tierra de Campos

INTRODUCCIÓN

Estamos asistiendo estos días a una experiencia que se mueve entre la realidad y la ficción, un mal sueño o una pesadilla. Situación antes nunca vivida, aunque sí imaginada dentro del mundo de la ciencia ficción, que deja bien a la vista entre otras cosas la fragilidad del hombre como especie y de la sociedad en la que vivimos.

De los muchos aspectos que se pueden analizar, y habrá que dejar pasar el tiempo para profundizar, está el de cómo ha afectado este virus a la gente en función de su edad y particularmente a la de mayor edad.

Y es este el aspecto en el que nos vamos a centrar y sobre el que tenemos que reflexionar, pues ha puesto al descubierto la situación real de estos centros en nuestro país. Me refiero a las residencias para personas mayores. Residencias en una situación que no podemos obviar, que debemos analizar y poner remedio y que necesariamente tenemos que cambiar.

España de momento ha dado el índice mayor de muertos, siendo el mayor porcentaje de estos muertos el que corresponde a la gente de más edad. Con estos datos nos hemos colocado a la cabeza del mundo. A la fecha de hoy 4 de abril del 2020 las personas mayores muertas ascienden a 8.404 y en Castilla y León 1.400, casi todas en las residencias públicas y privadas, 1.214 en total en Castilla y León.

En un primer momento se puede pensar que es debido a que por mayores son más débiles y tienen menos defensas, y esto es cierto, pero solo en parte.

Reflexionando sobre el tema vemos que:

− En primer lugar, en la situación de alarma se impuso el confinamiento, cuando en las residencias ya se estaba llevando una política y una vida y convivencia de reclusión.

− En segundo lugar, entre las medidas y estrategias a seguir se olvidaron de la situación real de las residencias de la tercera edad y de su hacinamiento. Convivencia que se caracteriza por la proximidad de los residentes y trabajadores en espacios normalmente reducidos y cerrados. Todo lo contrario de lo recomendable. Pero no se deparó en ello y de ahí las consecuencias cuanto menos lamentables. Tendríamos que añadir las circunstancias de una muerte aislada, sin posible ayuda de los familiares y para remate, terminar sin ver a los fallecidos y sin poder despedirse de ellos en una cultura como la nuestra. Esto es cuanto menos doloroso, dramático y traumático para los que lo tienen que vivir.

− Se está descubriendo, aunque ya lo sabíamos, que el personal en las residencias es escaso y en su mayoría no preparado para una función de atención sanitaria, para una fase de contaminación inicial en la que aún no se requiere hospitalización. Sin la posibilidad de poder tomar medidas y estrategias de confinamiento en el centro en función de la gravedad de los casos, siempre antes de la hospitalización. A todo esto ha contribuido una política de medidas en las que ha predominado la falta de medios materiales, de recursos personales, de improvisaciones, y quiero pensar y así lo creo, no por falta de voluntad de querer hacer las cosas bien.

Las consecuencias no han podido ser más lamentables y denunciables. Si bien el gobierno no deparó en esta situación y no puso el remedio a tiempo, no es menos denunciable la responsabilidad de los que gestionan este servicio público desde lo privado.

Esta pandemia ha puesto a prueba las residencias de la Tercera Edad en nuestro país y a puesto al descubierto cómo funcionan.

No es la primera vez que reflexionando sobre ese tema ya se denunció el error de privatizar estos servicios que como otros muchos son necesarios para toda la población y así están recogidos en la constitución. Servicios que por necesarios privatizarlos es un negocio y como negocio privado, con la política del máximo beneficio acaban haciendo negocio y privatizando una necesidad y encima sin los medios y la calidad que requieren. Y esto en el mejor de los casos, pues sus servicios tiene un precio asequible sólo para una minoría con poder adquisitivo y al que no pueden acceder la mayoría de la población con pensiones insuficientes. Lo mismo ha pasado con la vivienda, la enseñanza, etc.

Necesidades dejadas en manos de la iniciativa privada con políticas a las que son muy asiduos ciertos partidos políticos.

Todo esto nos lleva a unas conclusiones claras y de sentido común en las que todos estamos de acuerdo, en que el modelo de residencia actual no funciona, son muy caras, y sólo son accesibles a una minoría con un alto poder adquisitivo. Es como el último acto de vampirismo sobre las personas cuando llegan al final de sus vidas. Aunque después les queda el tema funerario, otro gran negocio, en muchos casos sin escrúpulos, donde tener una muerte digna tampoco está al alcance de todos y depende de la clase social a la que pertenezcas. Otra vergüenza e injusticia más por resolver.

Decimos que no funcionan pues no hay más que ver la calidad de vida.

Pero en todo caso y esto es quizás la reflexión más interesante que se puede hacer, y es que las residencias actuales, además de no ser accesibles para la mayoría, no funcionan. No resuelven el problema para esa etapa de la vida y necesariamente se tienen que replantear en su totalidad, y esto para las públicas que se lo tienen que replantear desde cero. De las privadas mejor no hablar. El que pueda que se la pague con todas las limitaciones que tienen y baja calidad de vida. Nos interesa más pensar en las soluciones para resolver el problema de la mayoría.

Imagen típica de vestíbulo o salón de residencia de ancianos.

PANORAMA ACTUAL Y FUTURO

− Al margen de ser España el país de Europa o del mundo con menor porcentaje de nacimientos y más esperanza de vida, es una realidad que la sociedad española envejece.

− El 20% de los ancianos viven en infraviviendas.

− Cuatro o cinco ancianos al mes en la comunidad valenciana mueren solas y se las encuentra en estado avanzado de descomposición. Estas situaciones antes eran esporádicas.

− Una de cada cuatro personas tendrá más de 65 años dentro de tres lustros.

− «La tercera causa de suicidio en Málaga es la soledad de los mayores», asegura Ruth Sarabia, directora general de derechos sociales del ayuntamiento. «cuando llegan a cierta edad consideran que ya nadie les quiere y en muchas ocasiones tratan de suicidarse»,

− Serán más de 12 millones de personas con esas edades frente a los alrededor de nueve que hay ahora. Dentro de 50 años la cifra se elevará a cerca de 15 millones.

− En 2068, casi siete millones (6,85) de personas habrán cumplido o superado los 80, una cifra que duplica los casi tres millones actuales.

− El número de personas que viven solas aumentará hasta alcanzar los 5,8 millones en 15 años. Será un país más viejo y con más soledad.

− Si ahora hay unos 11.000 ancianos que han superado los 100 años, en 2033 se habrán cuadruplicado, hasta más de 46.000. y según lo previsto, dentro de 50 años podrían ser más de 200.000. A mitad de siglo, se habrá multiplicado por diez la cifra de centenarios que hay en la actualidad.

− De los 20,3 millones de hogares que habrá en 2033, según estas proyecciones, el 28,9% del total serán unipersonales, es decir, dentro de 15 años cerca de uno de cada tres domicilios estará habitado por una sola persona.

− En el 2040 España será el país con más ancianos del mundo.

− El 60% de las personas mayores de 65 años viven solas.

− La soledad impuesta es un tipo de maltrato.

Las soluciones actuales no son alternativas

− Las residencias son como los hoteles: de 5 estrellas, 4 estrellas,…, hostales, hasta pensiones de mala muerte, a las que no puede acceder ni siquiera la mayoría de la población.

− 10 años en una residencia de 2.000 € al mes, con una estancia de 10 años supone 240.000 €. las más baratas de 1.000 €, 10 años 120.000 €.4

− Las residencias dan la impresión de ser aparcaderos de personas olvidadas. donde la enfermedad del Alzheimer puede llegar a ser una suerte de olvido para los olvidados.

− Ya está dicho, estamos en una situación en la que todas las necesidades (vivienda, trabajo, sanidad, educación, etc.) son negocio. Si en vez de ser públicas se privatizan ya no llega a todos y se generan diferencias sociales.

− Con las residencias actuales en manos la mayoría de empresas privadas, en las que el fin es el máximo beneficio, asistimos a una situación de dotaciones, de recursos y mantenimientos mínimos y al mínimo coste. El máximo beneficio impone sus reglas. El lema: largas estancias y tranquilas, sedación y duración. ingresos fijos por muchos años. Conozco más de un caso al que se le ha aplicado esta receta. La receta de las 15 pastillas al día es algo conocido por todos.

Alternativas de futuro

− Una persona cuando la jubilan tiene 65 años y con una esperanza de vida de 85 años, que será mayor en el futuro, tiene por delante toda una vida, y posiblemente la más interesante; una vida de 20 años o más. ¡Veinte años es toda una vida!

− Veinte años recluidos en una residencia es una ruina física, mental y económica.

− En una cultura como la nuestra donde entre otras cosas, la vejez y lo viejo no se valora, lo que no ocurre en otras culturas como la japonesa, donde a la gente mayor se la venera, propicia una cierta marginación de estas personas. Es un problema de nuestra cultura. Pero se puede cambiar o por lo menos se puede intentar.

− Esta necesidad con la solución actual no está económicamente al alcance de la mayoría de los ciudadanos. Con las pensiones actuales de la mayoría no se puede acceder a una residencia, ni en las ciudades y menos en los pueblos. El objetivo tiene que ser soluciones asistenciales gratuitas.

− Las soluciones no son o no son sólo arquitectónicas por mucho interés que pongamos los arquitectos. Espacios entre otras cosas sin referencias que deslocalizan a las personas. Teníamos que tener una filosofía zen para asumir esta deslocalización y desposesión. No olvidemos que somos lo que recordamos.

− Creo que otras opciones son posibles, con o sin el apoyo de las instituciones. Con la gestión por los propios afectados que organizados en colectivos con los mismos problemas pueden llevar a cabo proyectos y soluciones viables económicamente y de gran calidad asistencial. Colectivos con los mismos problemas para autogestionar estos servicios y necesidades. Tenemos que confiar cada vez más en los colectivos unidos por los mismos problemas, sin duda capaces de resolver en el día a día, a medio y largo plazo. Se puede empezar por crear equipos de trabajo. Interés sociológico, arquitectónico y urbanístico, cultural, institucional y político, etc. Siendo un tema multidisciplinar se puede contar con la colaboración de profesionales, mancomunar los problemas y las soluciones así como las personas necesarias y por supuesto siempre con el apoyo de los ciudadanos de las pequeñas o grandes poblaciones donde se lleven a cabo los proyectos; colaboración imprescindible, sin límites de edad; unos por jóvenes, con su energía e ideas y otros por mayores con su experiencia, y todos juntos con problemas y soluciones comunes. Sería un compromiso ejemplar que cada uno dedicase una parte de su tiempo a colaborar en este tipo de experiencias. Casi como una obligación moral. Un trabajo social. Como “un impuesto” social. Como campos de trabajo en distintas épocas del año, donde el más beneficiado seguro que sería el propio colaborador al propiciar y experimentar otras experiencias, otros contactos, otros conocimientos, perfectamente posible al margen de su trabajo y ocupación profesional. Puede incluir todos los perfiles.

SITUACIÓN GENERAL DE LA GENTE MAYOR. PRESENTE Y FUTURO EN LOS PUEBLOS

− Expectativas de futuro a corto, medio y largo plazo.

− Alternativas a las residencias actuales.

La imagen y situación de nuestros pueblos ya conocemos cual es. Población cada vez más envejecida. Recursos y asistencias cada vez más escasos. Bajos recursos económicos de la mayoría. Abandono y ruina del patrimonio materia e inmaterial.

Ante esta situación se plantean nuevas soluciones que podían ser entre otras:

Asistencias compartidas para necesidades comunes. Puestos de trabajo nuevos con cabida para los emigrantes y refugiados. Hemos sido un pueblo de mezcla de culturas, un pueblo de mestizaje. Dar cabida a los refugiados y emigrantes es una obligación que nos beneficia a todos. El mestizaje, en contra de planteamientos xenófobos, es el futuro, se quiera o no se quiera. Ante este fenómeno demográfico no caben fronteras ni barreras, ni muros, es un fenómeno imparable e imposible de contener y no tenemos más que ver la historia. Ya lo dijo y pronosticó Eliseo Reclús, el geógrafo francés del siglo XIX. Pero es que además beneficia a todos. Y no cabe duda que en España en este momento resolvería muchos de los problemas que tenemos en el mundo rural y urbano.

Es una de las bases importantes de recuperación de nuestros pueblos y un apoyo casi imprescindible para resolver muchos de nuestros problemas.

Poner en valor las propias viviendas infrautilizadas o cerradas.

Este es un aspecto también de reflexión. Es casi ya generalizado el sentir y el problema de que los pueblos literalmente se hunden. Su arquitectura y su patrimonio vernáculo se abandonan y se arruinan. No se pueden mantener, pero sin embargo se da la contradicción de la necesidad de una vivienda para mucha gente que no lo tiene, a pesar de ser un derecho constitucional. Esto nos lleva a pensar en soluciones, que podían pasar por compartirlas, y esta solución podría estar relacionada con la asistencia a la tercera edad en estas localidades, gentes en su mayoría, sin poder adquisitivo para ir a una residencia, y si puede, que en todo caso no sea como las actuales.

Las viviendas usadas y compartidas pueden facilitar su conservación, pues ya sabemos lo que pasa cuando se cierran; puede ser menos costoso su mantenimiento y pueden suponer una ayuda económica a sus dueños, o una compensación a cambio de otros servicios o prestaciones necesarias.

Compartir personal especializado a nivel comarcal y provincial. No perder la referencia del lugar donde siempre se ha vivido, tanto a escala del entorno natural, como al urbano y de la vivienda, rodeado de sus objetos, amigos y espacios de recuerdos de la infancia y otras épocas de la vida. Un no claro a la descontextualización que supone encerrarse o que te recluyan en una residencia como las actuales.

Fomentar la convivencia intergeneracional e interracial. Este es un tema cultural y como tema cultural sabemos que se puede cambiar y evolucionar, y ejemplos tenemos a lo largo de la historia. Recuperar el interés por nuestros mayores y por las personas con otras culturas.

Coordinación con otra experiencia similar a nivel como mínimo comarcal.

Integración urbana. Sustituir el concepto de habitación por el de vivienda. En las residencias actuales las unidades de convivencia ya están dirigidas en este sentido.

Autonomía, dignidad y calidad de vida para las personas mayores y sus familias, mantenimiento el máximo de sus potencialidades y capacidades. Modelos de atención más acordes con las necesidades de las personas.

Autogestionar estos servicios por los propios colectivos interesados unidos por los mismos problemas.

Creación de redes de coordinación y generación de investigación con instituciones académicas u otras con fines similares de carácter multidisciplinar y transversal de ámbito local, nacional o internacional aprovechando las nuevas tecnologías.

Buscar en la comunidad europea apoyo económico dentro de los programas de crecimiento demográfico necesario en los pueblos que se están despoblando. Programas europeos de apoyo a los refugiados y los emigrantes.

El apoyo de fundaciones privadas que colaboren en cualquiera de las fases de desarrollo del programa.

Pueblo de Tierra de Campos. Melgar de Abajo

PROPUESTA DE FUNCIONAMIENTO PARA UN PUEBLO PEQUEÑO, BARRIO O DISTRITO COMO PRIMERA EXPERIENCIA

Lo primero conocer el medio y sus recursos. Su historia y evolución. Elaborar proyectos a corto, medio y largo plazo. Estudios previos y paralelos de investigación, con el apoyo económico de las instituciones y del personal de la universidad, alumnos y profesores a través de becas u otro tipo de colaboraciones temporales, campos de trabajo, etc.

Plan de trabajo y etapas

− Estudio demográfico de la localidad. Pasado, presente y futuro.

− Estudio de recursos económicos (agricultura, artesanía, recursos naturales (rio, pantano, etc.) patrimonio, recursos culturales, etc. Su explotación con nuevas técnicas y medios. La especialización. La gestión comunal de los recursos. La investigación.

− Las cooperativas como solución para la gestión de los recursos económicos, en todas sus fases. Por ejemplo en pueblos con recursos forestales o cultivos energéticos, gestionar todo el proceso desde el monte o cultivo a la fabricación del producto (peles, astillas, etc.) y su distribución y comercialización. Estos proyectos generarían recursos económicos y puestos de trabajo.

− Posibles ofertas de trabajo: Asistencial compartido. Construcción para la rehabilitación o adecuación de lo existente. Explotación de los recursos de la zona, agricultura, huerta, madera, caza, pesca, palomares, artesanía, gastronomía, fuentes energéticas (forestal, cultivos energéticos, sol, viento, etc.).

− Asentamiento de población joven, inmigrantes y refugiados. − Recuperar los trabajos artesanos. Documentarlos y ponerlos en práctica.

Posibles equipos de trabajo

− Ayuntamiento.

− Los vecinos del pueblo.

− Fundaciones sin ánimo de lucro

− Asociaciones de todo tipo en torno a temas diversos.

− Profesionales arquitectos, sociólogos, médicos, asistentes sociales, etc.

− Donaciones y colaboraciones de particulares.

No cabe duda de que estamos en un momento de cambios importantes. Uno de ellos será el redescubrir la calidad de vida en los pueblos pequeños que nos permitirá otro tipo de vida con un contacto más directo con la naturaleza.

El pueblo permitirá, frente a la ciudad, otro tipo de vida, otro ritmo, otros trabajos de todo tipo vinculados a la agricultura, a la artesanía, al ocio con recurso económico para el pueblo por quienes lo visitan con estancias de todo tipo de duraciones; trabajos de investigación; asentamiento para talleres de artistas (pintores, escultores, etc.). Todo tipo de trabajos que encuentran en la escala del pueblo el tamaño y el ambiente para un trabajo creativo, de investigación, de retiro, tranquilidad, silencio, etc. La gran ciudad siempre la tendremos para visitarla y disfrutar de sus ofertas culturales.

Sin profundizar mucho se puede ver que este tipo de asentamientos en pequeños pueblos es de gran interés como alternativa a las ciudades. Es, cuando menos, atractivo y una alternativa de vida, para gente joven y jubilados. Para cierto tipo de trabajos y perfil de edad es casi perfecto. La mejor calidad de vida está asegurada. Volver a la naturaleza o descubrirla es una gran aventura de vida. Este potencial que tienen y van a tener estos pueblos es lo que se tiene que aprovechar y poner en marcha. Cada vez se verá como la alternativa con más demanda y futuro.

Resumen

− Replantearse desde cero las residencias actuales. Es un modelo que no funciona sean públicas o privadas. No al aislamiento, a la reclusión, a la descontextualización, al olvido.

− Las residencias estarán pensadas para personas dependientes, y más cerca de una asistencia sanitaria, con personal cualificado para estos servicios. Mancomunar este servicio.

− Máximas exigencias para las residencias privadas, de recursos humanos, medios materiales, programas de actividades y funcionamiento. Control estatal.

− No a la privatización de las residencias públicas. Otras alternativas de gestión.

− Nuevas alternativas al problema de la gente mayor con pocos recursos económicos. Alternativas de funcionamiento comunal, para pueblos pequeños, barrios o distritos en los pueblos más grandes o ciudades. La residencia entendida en un marco espacial y arquitectónico más amplio. A toda la localidad, todo el barrio o distrito se puede extender el espacio residencial. Poner en valor los recursos de las casas y viviendas infrautilizadas. Explotar los recursos abandonados con investigación y nuevas tecnologías y la gestión por cooperativas integradas por personas unidas por los mismos problemas. Una puerta abierta al mestizaje.

EN ESTOS PROYECTOS NO OLVIDEMOS QUE EL RECORRIDO ES PARTE DEL OBJETIVO, Y LA SATISFACCIÓN.

Roberto Valle es arquitecto y forma parte de los colectivos

integrantes de este proyecto en Tierra de Campos

Soberanía alimentaria en tiempos del coronavirus en África Occidental

E. C. Simón
Revista Umoya, nº 102, 2021

Zonas devastadas por conflictos, enfermedades en los cultivos, invasiones de langostas, acaparamientos de tierras… la lista de obstáculos al desarrollo en África continúa. La epidemia de Covid-19 es solo uno de muchos. Sin embargo, la crisis parece mostrar la capacidad de resiliencia de los pequeños agricultores del continente, en particular los de África occidental, que centrándose en los cultivos tradicionales tratan de alimentar a sus comunidades en tiempos de pandemia.

Hace tiempo que numerosas organizaciones y expertos comprometidos con la preservación del medio ambiente y la justicia económica vienen denunciando la insostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos. La llegada de la pandemia no ha hecho sino sumarse a una serie de fenómenos que ya padecía el continente africano y que le impide un desarrollo integral.

Desde el incremento de los monocultivos (maíz, soja…), a menudo transgénicos, con la consiguiente pérdida de diversidad agrícola, pasando por el aumento en el uso de fertilizantes químicos y plaguicidas, que contaminan agua y suelo, hasta llegar al acaparamiento de tierras para la plantación de agro-combustibles o de cultivos para la exportación, son sólo algunas de las preocupaciones de los agricultores africanos.

A esto hay que añadir que en Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria y Senegal ha habido graves inundaciones que han destruido cultivos y han provocado la pérdida de muchos animales domésticos. Estas lluvias son uno de los fenómenos extremos asociados al cambio climático. Otras preocupaciones son las plagas, como el gusano cogollero, que ataca los cultivos de maíz, o la langosta, que está en aumento en África Oriental. Todo esto mezclado con la continua inseguridad vinculada a determinados grupos terroristas y con la aparición del coronavirus.

La población rural es mayoritariamente joven y, por el momento, la epidemia ha afectado principalmente a las ciudades y a una proporción muy pequeña de la población, por lo que se prevé que tenga un impacto menor en los hogares rurales que la malaria, el dengue o el VIH-SIDA.

La crisis del coronavirus ha amplificado los problemas en las cadenas cortas de suministro, debido a los cierres y las restricciones en los mercados informales y al aire libre, ya que es más complicado cumplir las medidas de higiene y de distanciamiento social. Los cierres de mercados en Burkina Faso, Ghana o Senegal, entre otros, han cortado las rutas de aprovisionamiento para las comunidades y los puntos de venta para los agricultores, agravando situaciones de pobreza.

Cuando Ghana decretó el confinamiento, los precios de los alimentos básicos aumentaron en un 20- 33%, con importantes repercusiones para quienes poseen pocos recursos. Aunque la pandemia no ha impactado tanto la salud como en otras zonas del mundo, es evidente el impacto del cierre de fronteras y en la subida de precios de algunos alimentos de importación.

Sin embargo, algunos países de la costa de África Occidental (Costa de Marfil, Benín, Togo, etc.), junto con el sur de Malí y Burkina Faso, por mostrar un ejemplo, están demostrando ser relativamente resistentes a los efectos de la epidemia, y la crisis de salud probablemente tendrá un impacto limitado en su producción de alimentos. Las razones hay que buscarlas en diferentes peculiaridades y en afrontar las dificultades como una oportunidad.

En primer lugar, los agricultores de esta zona suelen tener cultivos tradicionales, no intensivos. Estos países tienen un gran potencial para producir cultivos tradicionales como la mandioca, el plátano, el ñame y el sorgo, que generalmente se cultivan de forma no intensiva, con un uso muy limitado de fertilizantes y plaguicidas. Por lo tanto, no se han visto afectados por los problemas de suministro de insumos.

En segundo lugar, los productores han podido contar con la mano de obra agrícola que todavía está disponible en las zonas de producción a pesar de las recientes restricciones de movimiento: toques de queda, bloqueos de ciertas ciudades. En el apogeo de la temporada, los trabajadores agrícolas generalmente permanecen en su región de origen para plantar, mantener y cosechar cultivos. La única excepción es la  producción de cacao en Costa de Marfil y Ghana, que utiliza trabajadores de países vecinos.

En tercer lugar, esta crisis ofrece la oportunidad de cambiar patrones de consumo y tipos de cultivos, ya que cada vez más población vive en las ciudades y son los consumidores urbanos los que constituyen una fuerza importante para el cambio. Las clases medias y con menos recursos pueden comprar más productos locales como maíz, sorgo, mandioca, ñame o plátano, en lugar de arroz y trigo importados. Con la caída de los precios de combustible y transporte, las raíces, los tubérculos y el plátano, que son particularmente pesados, son más accesibles.

Dadas las actuales dificultades de suministro, Marruecos, por ejemplo, ha cerrado sus fronteras y ya no puede abastecer a los mercados de África occidental con cebollas y naranjas, esos consumidores también tendrán que comprar más frutas y verduras locales. Siempre que estos productos sean de buena calidad, los consumidores pueden optar por comprar menos alimentos importados de Europa (congelados, enlatados o frescos).

Además, algunos gobiernos han decidido aumentar sus reservas de alimentos de emergencia, principalmente cereales, para hacer frente a posibles contratiempos en el mercado mundial del arroz a corto y medio plazo. Las organizaciones de productores, por ejemplo de Benín, han podido vender recientemente sus existencias de la cosecha 2019/20 a un precio aceptable. Asimismo, los precios de la fibra de algodón en el mercado mundial han caído un 20% desde enero de 2020 y los tipos de los anacardos un 36%, lo que obliga a los agricultores a tener que diversificar sus cultivos. En Malí, la cadena de valor del algodón ha fijado el precio de compra de la semilla de algodón en 200 francos CFA/kg para la temporada 2020/21, en comparación con los 275 francos CFA del año pasado (un 27% mayor). Esto facilita el acceso a las semillas de las economías más pobres.

Por último, los precios de venta de los productos de exportación (anacardos, caucho, algodón, sésamo, etc.) últimamente han caído drásticamente. En respuesta a esta caída en los ingresos, los agricultores tienen la opción de aumentar, en su sistema de rotación de cultivos, la superficie dedicada a cultivos tradicionales para el mercado local.

La capacidad de los agricultores para beneficiarse de estas oportunidades dependerá de la duración de las restricciones al transporte terrestre y aéreo y, sobre todo, de la rapidez con que reaccionen. Las cadenas de valor de los cultivos locales de África occidental pueden volverse más competitivas en relación con los alimentos importados e impulsar la soberanía alimentaria de estos países. En definitiva, se trata de transformar el sistema alimentario para que genere resiliencia a todos los niveles y para ello se precisan políticas públicas adecuadas, fomentar los mercados locales con las debidas medidas de seguridad y permitir el acceso de los agricultores a los recursos que necesitan.

También se hace necesario revisar urgentemente todo lo que obstaculiza su soberanía alimentaria. Los acuerdos de propiedad intelectual que rigen los recursos genéticos agrícolas, como los cultivos y la ganadería, no deben impedir el uso y el intercambio gratuito de variedades y razas agrícolas entre los campesinos y sus comunidades. La conservación y el intercambio de semillas son prácticas vitales para los agricultores del Sur Global. A largo plazo, es preciso una reforma agraria para reducir las grandes desigualdades en el acceso a la tierra, especialmente para los millones de pequeños agricultores que cultivan menos de dos hectáreas en África subsahariana.

La sociedad civil organizada, sobre todo las organizaciones comunitarias, los grupos de agricultores y las cooperativas, han demostrado ser un amortiguador eficaz contra los impactos de la pandemia. La soberanía alimentaria, que enfatiza la toma de decisiones democráticas en el sistema alimentario y el acceso a la tierra y a los recursos, debe ser el objetivo a seguir por las diferentes comunidades convirtiendo las dificultades actuales en oportunidades de futuro. Esta situación ha demostrado que los gobiernos pueden y deben intervenir para corregir los fallos del mercado y reorientar las actividades económicas para servir al bien común.

Fuentes:

http://umoya.info/umoyaweb/Umoya_102_web.pdf
http://www.ipes-food.org/_img/upload/files/COVID-19_CommuniqueES%281%29.pdf
https://azadaverde.org/soberania-alimentaria-en-tiempos-de-covid-19

Debate: Alternativas a la precariedad laboral y de empleo

La precariedad laboral y desempleo se incrementaron tras la crisis socioeconómica de 2008, así como los planes regresivos de ajuste estructural. Actualmente con la pandemia se está agravando esta crisis social. ¿Qué características tiene? ¿En qué medida las actuales políticas públicas, el escudo social implementado por el Gobierno de coalición y las medidas expansivas aprobadas por la UE, la pueden paliar? ¿Qué bloqueos existen para avanzar en temas como la reforma laboral…? ¿Cuáles son las alternativas transformadoras para garantizar un modelo social avanzado y de empleo decente?.

El próximo miércoles 28 de abril de 2021, Albert Recio, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona, nos responderá a estas y otras cuestiones. Será en nuestro canal de youtube, en el siguiente enlace: https://youtu.be/SRlwPc3uEVE

Participa… que algo queda. La participación social en tiempos de pandemia

Al igual que otros términos de los que se ha apropiado la derecha para pervertirlos y trivializarlos en su interés, como “libertad”, la “participación ciudadana” también ha sido utilizada a su favor, sin dar importancia a lo que la gente necesita y aporta en favor del bien común. Más bien es un intento de demostrar a la opinión pública que lo tienen en cuenta, pero dejando el tema en “papel mojado” o en la pura abstracción.

La participación ciudadana es uno de los pilares en los que se asienta la democracia y un derecho reconocido en nuestra Constitución y en el propio Reglamento del Ayuntamiento de Madrid, que recoge: “La participación ciudadana es un requisito de buen gobierno democrático, y lo es en mayor medida en los gobiernos locales de las grandes ciudades, pues es en éstas donde existe un mayor riesgo de distanciamiento entre la ciudadanía y los gobernantes…”. Sin embargo, la participación social o comunitaria aún queda como un concepto propio de los colectivos más progresistas, sobre todo, en lo que se refiere a su praxis.

La siembra del 15M

Tenemos en Madrid ejemplos aún cercanos, como el 15 de mayo de 2011. El movimiento indignado de multitudes, que se concentró en la puerta del Sol, fue un despertar de distintas generaciones ante unos poderes económicos y políticos que dejaban a la gente sin presente ni futuro. A partir de ese día, surgieron movilizaciones en otras ciudades y países que pedían una sociedad mejor. En la organización del 15M el protagonismo era, sobre todo, de los jóvenes y no había jerarquías. Sí había unas “ideas fuerza” pidiendo más participación, menos corrupción y más democracia (o una mejor democracia). El movimiento se organizaba como una red (nodos de interconexión). De ahí partieron las asambleas en barrios y pueblos, las luchas antidesahucio, las mareas por la sanidad y la educación.

El 15M en la Puerta del Sol de Madrid.

Esta realidad tuvo, como en otros casos, su efecto “souflé” y fue desinflándose en su intensidad, aunque quedaron unos gérmenes de pensamiento colectivo más crítico y de una democracia más participativa y menos confiada en políticas representativas surgidas de una élite dirigente. No obstante, surgió la dificultad de poder cambiar las políticas desde fuera y se planteó la posibilidad de acercar la lucha a unas instituciones larvadas de inmovilismo, corrupción y alejadas de la gente de a pie.

De esos gérmenes surgieron Podemos y las confluencias municipalistas para las elecciones de 2015. Muchas personas tuvimos un despertar ilusionante del sueño de gobiernos de izquierda. Fue el éxito de los llamados “gobiernos del cambio”: Madrid, Barcelona, A Coruña, Valencia, Zaragoza, Cádiz… Se tenía la premisa de gobernar con la gente, bajarse a la calle y conversar con vecinas y vecinos, conocer qué quieren y qué pueden aportar.

En Madrid renació la ilusión del 15M y la esperanza de un cambio en las instituciones, con la idea un tanto inocente de acercar lo municipal, lo vecinal y lo social. Ahora Madrid, con Manuela Carmena a la cabeza y con las contradicciones propias de una experiencia instrumental, hizo un gran trabajo en lo que a participación se refiere.

Ahora Madrid y la participación

“Decide Madrid” y “Presupuestos Participativos” fueron iniciativas importantes en cuanto a inclusividad y a recoger las inquietudes de personas que no conocían los procedimientos para participar y se les ofreció las herramientas adecuadas. Fueron experiencias con un reconocimiento internacional.

Sustituyendo a la “antigualla” de los Consejos Territoriales, a los que solo acudían un número escaso de representantes de asociaciones y los partidos políticos tenían capacidad de veto, los Foros Locales han supuesto una iniciativa importante en cuanto a participación vecinal. Una experiencia de cooperación y de compartir ideas y espacios de muchas personas alejadas de la política práctica. Han venido a recuperar la idea de la “demos” griega, de reunirse en el foro o plaza pública para decidir la política. Aún con algún hándicap, como el carácter no vinculante de las propuestas planteadas, la falta de competencias de las Juntas Municipales y un presupuesto escaso, han sido, y siguen siendo, una oportunidad de desarrollar la capacidad de trabajo colectivo para muchas vecinas y vecinos. Si bien es cierto que ha habido poco tiempo para consolidarlos y que habría que mejorar algunos aspectos.

Por el contrario, los Consejos de Proximidad que pretende introducir este gobierno municipal madrileño son, precisamente, lo más alejado de lo próximo, ya que las Mesas a crear están ya decididas de antemano según las áreas de gobierno del ayuntamiento y “controladas” políticamente por miembros de los grupos políticos del gobierno municipal. Además de no poder presentarse temas de carácter urgente y la frecuencia y número de participantes queda recortada.

Municipalismo

El municipalismo da valor al bienestar comunitario, pero también al personal. Es una política de lo cotidiano, de la cercanía con los problemas de la gente. En 2018, en Barcelona, tuvo lugar un encuentro de representantes de las llamadas “Ciudades del Bien Común” de nuestro país, con el respaldo de experiencias de otros países. En este encuentro se intentaron poner las bases de un municipalismo o “política de lo cercano”, lo que supone el derecho a modificar la ciudad para que sea más habitable.

Para muchos colectivos lo urbano se convierte en caballo de batalla contra políticas neoliberales, que conciben la ciudad como un trayecto entre zonas comerciales y con pocos espacios para paseantes. Es una lucha por desechar la mixofobia (Z. Baumann), ese miedo a lo diverso, a la mezcla de distintas gentes, un miedo que lleva a gobiernos conservadores a restringir derechos en pro de una mayor seguridad (Ley Mordaza) y a la protección contra amenazas de “radicales” y extranjeros no “legales”.

En las ciudades “del bien común” se gestiona la mixofilia (Z. Baumann), lo contrario al concepto mixofóbico, una generación de relaciones de proximidad con un carácter transformador. Se crean espacios de encuentro y acogida para gente diversa; más centros sociales y culturales autogestionados; espacios vecinales; red de huertos urbanos; opciones flexibles para proyectos de cooperativismo, autogestión o cogestión.

Ahora mismo hay un reto pendiente en este sentido, pues los “gobiernos del cambio” ya no están gobernando en casi ninguna de las ciudades citadas, pero el trabajo debemos seguir haciéndolo todas las personas que nos consideramos de izquierdas.

Pandemia y participación

El virus ha puesto la salud pública en el centro de atención de toda la ciudadanía y en la agenda política. Esto supone que los cuidados deben estar en primer plano: personas mayores alejadas de sus familias; la alimentación; los problemas de vivienda; la educación; la movilidad. Supone también, que los gobernantes locales deben volcarse en atender las necesidades de una población vulnerable y abatida; pero resulta que es el tejido social y vecinal, organizado antes de la pandemia, el que ha tenido que enfrentarse a estas vicisitudes.

Nuestro ejemplo cercano en Madrid, donde, a pesar de las dificultades, la ciudadanía se empezó a organizar para salir adelante y dar cobertura a las necesidades nuevas, que no se suplían por las instituciones. Así tuvimos, como ejemplos, mascarillas confeccionadas por distintos colectivos y personas, la iniciativa de impresoras 3D para fabricar EPI para centros hospitalarios, la recogida y reparto de alimentos por asociaciones vecinales y espacios autogestionados, el apoyo entre vecinas y vecinos…

Vecinos esperando su turno en las llamadas «colas del hambre» barrio de Aluche (Madrid)

Las llamadas “colas del hambre” han sido portada, por desgracia, de muchos medios de comunicación. De forma paradójica, este término se ha utilizado también por esos gobernantes que no solucionan los problemas reales y acuden a “hacerse la foto”, haciendo un paripé de entrega, que es mentira y que pretende ganar votos entre su gente. Han sido vecinas y vecinos quienes se han movilizado desde el comienzo del estado de alarma. La organización tanto para conseguir alimentos y productos de primera necesidad, como para el reparto, ha sido admirable. Entidades que se dedicaban a actividades culturales, educativas, deportivas, las cambian para convertirse en despensas solidarias. No podemos olvidar esas colas interminables en Aluche de personas procedentes, incluso, de otros barrios, abandonadas por la administración pública.

Zancadillas a la participación

El nuevo ejecutivo municipal en Madrid ha puesto todo tipo de trabas a la participación ciudadana desde su entrada en el ayuntamiento en 2019, aunque, en algunos casos, lo haya edulcorado. En otros, algunas iniciativas del gobierno de Ahora Madrid las han disfrazado para que parezcan propias (ejemplo de “Decide Madrid”, que al parecer no les molesta porque no hay participación directa) o las han desechado directamente.

Esas iniciativas, que han dado en llamar los “chiringuitos” o clientelismo de Manuela Carmena, PP, C´s y Vox se lanzaron a desmontarlos rápidamente. He ahí los casos de La Gasolinera (un centro cogestionado entre colectivos del barrio de Salamanca y la Junta Municipal de Distrito); la Casa de la Cultura de Chamberí (donde confluían distintos colectivos sociales del barrio); “El Palomar”, en las Tablas; “La Ingobernable” (espacio cedido a una Fundación privada); Eva ( un referente participativo en Arganzuela para muchas personas y donde se repartían alimentos últimamente)…Y todos los que están amenazados en estos momentos.

Otra zancadilla puesta por el equipo de gobierno madrileño a las organizaciones vecinales, con el fin de que se pudieran aprobar los presupuestos, es la exigencia de Vox de adelgazar las ayudas a estas entidades, entre ellas la FRAVM (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid).

Y una medida llamativa, la eliminación de 232 proyectos de presupuestos participativos, aprobados por la ciudadanía entre 2016 y 2019. Esta acción supone un mazazo más para la participación y una falta de respeto para las personas que se involucraron en este proceso.

Después ha venido la reforma de la Ordenanza de Colaboración Público-Social y el anuncio de la sustitución de los Foros Locales (FFLL) por unos Consejos de Proximidad que, como se comenta más arriba, son un duro golpe a la participación, hecho de forma alevosa gracias a los impedimentos presenciales que supone una pandemia que dura ya un año.

Paradojas y sinsentidos

Desde el comienzo de la pandemia, en la mayoría de los barrios madrileños se han organizado redes solidarias para cubrir las necesidades y demandas de ayuda de personas afectadas. Mientras que el ayuntamiento no las reconoce oficialmente y, además, se jacta de dar solución a todos los casos. Para congraciarse con sus socios de gobierno tiene un doble rasero, por un lado son “chiringuitos” y por otro la realidad les estalla en forma de precariedad sin atender.

Además de las actividades suspendidas por el actual ejecutivo madrileño, llevadas a cabo por organizaciones vecinales ya asentadas desde hace años, de las expulsiones de locales con cesión legal, de las múltiples trabas para la colaboración ciudadana, se da la paradoja en estos últimos tiempos de la derivación de los Servicios Sociales municipales a familias vulnerables para que sean atendidas por entidades vecinales. Ha habido más casos, pero el último ha sido hace unos días. La Asociación Vecinal de Aluche hacía público un documento en el que se dejaba constancia de esta realidad por el escrito del Ayuntamiento de Madrid: “dada su situación de severa exclusión social (…) valoren positivamente la inclusión de esta unidad familiar en su programa de reparto de alimentación y productos de primera necesidad».

Es una clara dejación de funciones de un ayuntamiento que dispone de presupuesto suficiente para atender a estas necesidades, pero también es el reflejo de unos gobernantes que están más interesados en llegar a sus votantes que en solucionar los problemas de la gente más necesitada. Es también el claro ejemplo de que “solo el pueblo salva al pueblo” y de lo imprescindible que es gobernar para y con todas las personas.

Los retos que se nos presentan

Algunos colectivos de personas que nos consideramos activistas, tenemos frentes abiertos de luchas por la consecución de sumar participación, aún a pesar de las dificultades que suponen virus, estados de alarma, desconexión o falta de lo presencial. Son nuevos retos en situaciones nuevas y difíciles, pero que no debemos obviar.

Hay que consolidar la participación ciudadana para conseguir políticas de gobernanza más democráticas. Mejorar la convivencia, inventando nuevas fórmulas para reducir la angustia y la tensión que producen el distanciamiento social y que éstas no deriven en más autoritarismo y restricciones de derechos.

Son momentos muy difíciles, con situaciones dramáticas de efectos económicos y sociales incalculables a corto plazo, que van desgastando y agotando. Aún así hay que hacer un esfuerzo de aunar fuerzas, de involucrar al mayor número de personas en el debate y toma de decisiones, olvidando sectarismos y “cainismos” tan propios de alguna izquierda. Crear comunidad con debates y decisiones sobre las formas de vida; sobre los espacios donde queremos vivir; sobre la convivencia con personas de aquí y con quienes llegan huyendo del horror; sobre la sostenibilidad del consumo y el cuidado del medio ambiente.

Flor Cabrera.

Activista Social.

11 de abril de 2021.