La encrucijada electoral madrileña

Análisis del contexto de las elecciones del 4 de mayo con el reto de desalojar a Díaz Ayuso y su alianza con la ultraderecha del Gobierno madrileño, la propuesta centrista y excluyente de Gabilondo con la difícil unidad progresista y la necesaria cooperación entre Más Madrid y Unidas Podemos.
La encrucijada electoral madrileña, por Antonio Antón. Lee aquí el artículo completo.

Claves y propuestas sobre los cuidados

La crisis sanitaria ha puesto aún más de manifiesto la sobrecarga de trabajo que soportan las mujeres, tanto por su papel de cuidadoras familiares como por ser quienes ocupan los empleos esenciales que atienden a las personas enfermas, a las dependientes y a la infancia. Cuando tratamos de cuidados estamos hablando de trabajo, de ética, de responsabilidad y de mujeres.

Claves y propuestas sobre los cuidados, por Carmen Heredero. Lee aquí el artículo completo.

Participa… que algo queda. La participación social en tiempos de pandemia

Al igual que otros términos de los que se ha apropiado la derecha para pervertirlos y trivializarlos en su interés, como “libertad”, la “participación ciudadana” también ha sido utilizada a su favor, sin dar importancia a lo que la gente necesita y aporta en favor del bien común. Más bien es un intento de demostrar a la opinión pública que lo tienen en cuenta, pero dejando el tema en “papel mojado” o en la pura abstracción.

La participación ciudadana es uno de los pilares en los que se asienta la democracia y un derecho reconocido en nuestra Constitución y en el propio Reglamento del Ayuntamiento de Madrid, que recoge: “La participación ciudadana es un requisito de buen gobierno democrático, y lo es en mayor medida en los gobiernos locales de las grandes ciudades, pues es en éstas donde existe un mayor riesgo de distanciamiento entre la ciudadanía y los gobernantes…”. Sin embargo, la participación social o comunitaria aún queda como un concepto propio de los colectivos más progresistas, sobre todo, en lo que se refiere a su praxis.

La siembra del 15M

Tenemos en Madrid ejemplos aún cercanos, como el 15 de mayo de 2011. El movimiento indignado de multitudes, que se concentró en la puerta del Sol, fue un despertar de distintas generaciones ante unos poderes económicos y políticos que dejaban a la gente sin presente ni futuro. A partir de ese día, surgieron movilizaciones en otras ciudades y países que pedían una sociedad mejor. En la organización del 15M el protagonismo era, sobre todo, de los jóvenes y no había jerarquías. Sí había unas “ideas fuerza” pidiendo más participación, menos corrupción y más democracia (o una mejor democracia). El movimiento se organizaba como una red (nodos de interconexión). De ahí partieron las asambleas en barrios y pueblos, las luchas antidesahucio, las mareas por la sanidad y la educación.

El 15M en la Puerta del Sol de Madrid.

Esta realidad tuvo, como en otros casos, su efecto “souflé” y fue desinflándose en su intensidad, aunque quedaron unos gérmenes de pensamiento colectivo más crítico y de una democracia más participativa y menos confiada en políticas representativas surgidas de una élite dirigente. No obstante, surgió la dificultad de poder cambiar las políticas desde fuera y se planteó la posibilidad de acercar la lucha a unas instituciones larvadas de inmovilismo, corrupción y alejadas de la gente de a pie.

De esos gérmenes surgieron Podemos y las confluencias municipalistas para las elecciones de 2015. Muchas personas tuvimos un despertar ilusionante del sueño de gobiernos de izquierda. Fue el éxito de los llamados “gobiernos del cambio”: Madrid, Barcelona, A Coruña, Valencia, Zaragoza, Cádiz… Se tenía la premisa de gobernar con la gente, bajarse a la calle y conversar con vecinas y vecinos, conocer qué quieren y qué pueden aportar.

En Madrid renació la ilusión del 15M y la esperanza de un cambio en las instituciones, con la idea un tanto inocente de acercar lo municipal, lo vecinal y lo social. Ahora Madrid, con Manuela Carmena a la cabeza y con las contradicciones propias de una experiencia instrumental, hizo un gran trabajo en lo que a participación se refiere.

Ahora Madrid y la participación

“Decide Madrid” y “Presupuestos Participativos” fueron iniciativas importantes en cuanto a inclusividad y a recoger las inquietudes de personas que no conocían los procedimientos para participar y se les ofreció las herramientas adecuadas. Fueron experiencias con un reconocimiento internacional.

Sustituyendo a la “antigualla” de los Consejos Territoriales, a los que solo acudían un número escaso de representantes de asociaciones y los partidos políticos tenían capacidad de veto, los Foros Locales han supuesto una iniciativa importante en cuanto a participación vecinal. Una experiencia de cooperación y de compartir ideas y espacios de muchas personas alejadas de la política práctica. Han venido a recuperar la idea de la “demos” griega, de reunirse en el foro o plaza pública para decidir la política. Aún con algún hándicap, como el carácter no vinculante de las propuestas planteadas, la falta de competencias de las Juntas Municipales y un presupuesto escaso, han sido, y siguen siendo, una oportunidad de desarrollar la capacidad de trabajo colectivo para muchas vecinas y vecinos. Si bien es cierto que ha habido poco tiempo para consolidarlos y que habría que mejorar algunos aspectos.

Por el contrario, los Consejos de Proximidad que pretende introducir este gobierno municipal madrileño son, precisamente, lo más alejado de lo próximo, ya que las Mesas a crear están ya decididas de antemano según las áreas de gobierno del ayuntamiento y “controladas” políticamente por miembros de los grupos políticos del gobierno municipal. Además de no poder presentarse temas de carácter urgente y la frecuencia y número de participantes queda recortada.

Municipalismo

El municipalismo da valor al bienestar comunitario, pero también al personal. Es una política de lo cotidiano, de la cercanía con los problemas de la gente. En 2018, en Barcelona, tuvo lugar un encuentro de representantes de las llamadas “Ciudades del Bien Común” de nuestro país, con el respaldo de experiencias de otros países. En este encuentro se intentaron poner las bases de un municipalismo o “política de lo cercano”, lo que supone el derecho a modificar la ciudad para que sea más habitable.

Para muchos colectivos lo urbano se convierte en caballo de batalla contra políticas neoliberales, que conciben la ciudad como un trayecto entre zonas comerciales y con pocos espacios para paseantes. Es una lucha por desechar la mixofobia (Z. Baumann), ese miedo a lo diverso, a la mezcla de distintas gentes, un miedo que lleva a gobiernos conservadores a restringir derechos en pro de una mayor seguridad (Ley Mordaza) y a la protección contra amenazas de “radicales” y extranjeros no “legales”.

En las ciudades “del bien común” se gestiona la mixofilia (Z. Baumann), lo contrario al concepto mixofóbico, una generación de relaciones de proximidad con un carácter transformador. Se crean espacios de encuentro y acogida para gente diversa; más centros sociales y culturales autogestionados; espacios vecinales; red de huertos urbanos; opciones flexibles para proyectos de cooperativismo, autogestión o cogestión.

Ahora mismo hay un reto pendiente en este sentido, pues los “gobiernos del cambio” ya no están gobernando en casi ninguna de las ciudades citadas, pero el trabajo debemos seguir haciéndolo todas las personas que nos consideramos de izquierdas.

Pandemia y participación

El virus ha puesto la salud pública en el centro de atención de toda la ciudadanía y en la agenda política. Esto supone que los cuidados deben estar en primer plano: personas mayores alejadas de sus familias; la alimentación; los problemas de vivienda; la educación; la movilidad. Supone también, que los gobernantes locales deben volcarse en atender las necesidades de una población vulnerable y abatida; pero resulta que es el tejido social y vecinal, organizado antes de la pandemia, el que ha tenido que enfrentarse a estas vicisitudes.

Nuestro ejemplo cercano en Madrid, donde, a pesar de las dificultades, la ciudadanía se empezó a organizar para salir adelante y dar cobertura a las necesidades nuevas, que no se suplían por las instituciones. Así tuvimos, como ejemplos, mascarillas confeccionadas por distintos colectivos y personas, la iniciativa de impresoras 3D para fabricar EPI para centros hospitalarios, la recogida y reparto de alimentos por asociaciones vecinales y espacios autogestionados, el apoyo entre vecinas y vecinos…

Vecinos esperando su turno en las llamadas «colas del hambre» barrio de Aluche (Madrid)

Las llamadas “colas del hambre” han sido portada, por desgracia, de muchos medios de comunicación. De forma paradójica, este término se ha utilizado también por esos gobernantes que no solucionan los problemas reales y acuden a “hacerse la foto”, haciendo un paripé de entrega, que es mentira y que pretende ganar votos entre su gente. Han sido vecinas y vecinos quienes se han movilizado desde el comienzo del estado de alarma. La organización tanto para conseguir alimentos y productos de primera necesidad, como para el reparto, ha sido admirable. Entidades que se dedicaban a actividades culturales, educativas, deportivas, las cambian para convertirse en despensas solidarias. No podemos olvidar esas colas interminables en Aluche de personas procedentes, incluso, de otros barrios, abandonadas por la administración pública.

Zancadillas a la participación

El nuevo ejecutivo municipal en Madrid ha puesto todo tipo de trabas a la participación ciudadana desde su entrada en el ayuntamiento en 2019, aunque, en algunos casos, lo haya edulcorado. En otros, algunas iniciativas del gobierno de Ahora Madrid las han disfrazado para que parezcan propias (ejemplo de “Decide Madrid”, que al parecer no les molesta porque no hay participación directa) o las han desechado directamente.

Esas iniciativas, que han dado en llamar los “chiringuitos” o clientelismo de Manuela Carmena, PP, C´s y Vox se lanzaron a desmontarlos rápidamente. He ahí los casos de La Gasolinera (un centro cogestionado entre colectivos del barrio de Salamanca y la Junta Municipal de Distrito); la Casa de la Cultura de Chamberí (donde confluían distintos colectivos sociales del barrio); “El Palomar”, en las Tablas; “La Ingobernable” (espacio cedido a una Fundación privada); Eva ( un referente participativo en Arganzuela para muchas personas y donde se repartían alimentos últimamente)…Y todos los que están amenazados en estos momentos.

Otra zancadilla puesta por el equipo de gobierno madrileño a las organizaciones vecinales, con el fin de que se pudieran aprobar los presupuestos, es la exigencia de Vox de adelgazar las ayudas a estas entidades, entre ellas la FRAVM (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid).

Y una medida llamativa, la eliminación de 232 proyectos de presupuestos participativos, aprobados por la ciudadanía entre 2016 y 2019. Esta acción supone un mazazo más para la participación y una falta de respeto para las personas que se involucraron en este proceso.

Después ha venido la reforma de la Ordenanza de Colaboración Público-Social y el anuncio de la sustitución de los Foros Locales (FFLL) por unos Consejos de Proximidad que, como se comenta más arriba, son un duro golpe a la participación, hecho de forma alevosa gracias a los impedimentos presenciales que supone una pandemia que dura ya un año.

Paradojas y sinsentidos

Desde el comienzo de la pandemia, en la mayoría de los barrios madrileños se han organizado redes solidarias para cubrir las necesidades y demandas de ayuda de personas afectadas. Mientras que el ayuntamiento no las reconoce oficialmente y, además, se jacta de dar solución a todos los casos. Para congraciarse con sus socios de gobierno tiene un doble rasero, por un lado son “chiringuitos” y por otro la realidad les estalla en forma de precariedad sin atender.

Además de las actividades suspendidas por el actual ejecutivo madrileño, llevadas a cabo por organizaciones vecinales ya asentadas desde hace años, de las expulsiones de locales con cesión legal, de las múltiples trabas para la colaboración ciudadana, se da la paradoja en estos últimos tiempos de la derivación de los Servicios Sociales municipales a familias vulnerables para que sean atendidas por entidades vecinales. Ha habido más casos, pero el último ha sido hace unos días. La Asociación Vecinal de Aluche hacía público un documento en el que se dejaba constancia de esta realidad por el escrito del Ayuntamiento de Madrid: “dada su situación de severa exclusión social (…) valoren positivamente la inclusión de esta unidad familiar en su programa de reparto de alimentación y productos de primera necesidad».

Es una clara dejación de funciones de un ayuntamiento que dispone de presupuesto suficiente para atender a estas necesidades, pero también es el reflejo de unos gobernantes que están más interesados en llegar a sus votantes que en solucionar los problemas de la gente más necesitada. Es también el claro ejemplo de que “solo el pueblo salva al pueblo” y de lo imprescindible que es gobernar para y con todas las personas.

Los retos que se nos presentan

Algunos colectivos de personas que nos consideramos activistas, tenemos frentes abiertos de luchas por la consecución de sumar participación, aún a pesar de las dificultades que suponen virus, estados de alarma, desconexión o falta de lo presencial. Son nuevos retos en situaciones nuevas y difíciles, pero que no debemos obviar.

Hay que consolidar la participación ciudadana para conseguir políticas de gobernanza más democráticas. Mejorar la convivencia, inventando nuevas fórmulas para reducir la angustia y la tensión que producen el distanciamiento social y que éstas no deriven en más autoritarismo y restricciones de derechos.

Son momentos muy difíciles, con situaciones dramáticas de efectos económicos y sociales incalculables a corto plazo, que van desgastando y agotando. Aún así hay que hacer un esfuerzo de aunar fuerzas, de involucrar al mayor número de personas en el debate y toma de decisiones, olvidando sectarismos y “cainismos” tan propios de alguna izquierda. Crear comunidad con debates y decisiones sobre las formas de vida; sobre los espacios donde queremos vivir; sobre la convivencia con personas de aquí y con quienes llegan huyendo del horror; sobre la sostenibilidad del consumo y el cuidado del medio ambiente.

Flor Cabrera.

Activista Social.

11 de abril de 2021.

El 4 de mayo, vota progresista. Es urgente

La Comunidad de Madrid lleva en manos del PP desde 1995, ¡la friolera de 26 años! Solo dos veces ha estado el PP a punto de perder el gobierno: en junio de 2003, cuando el tamayazo revirtió el resultado de las elecciones democráticas, y en mayo de 2019, en que la desunión de la izquierda permitió la mayoría de los partidos del “trío de Colón”. Desde entonces hemos sufrido las políticas neoliberales, la corrupción y desmanes de todo tipo, y hemos visto como Madrid era el epicentro de las principales tramas de corrupción del país, que han permitido que el PP se presente “dopado” a las citas electorales. Durante todo este tiempo se han sacrificado los intereses públicos al beneficio de unos pocos, se han degradado los servicios públicos, ha aumentado la desigualdad y se ha arrasado el medio ambiente de la comunidad.

Las medidas tomadas contra la COVID19 han sido erráticas y contestadas por el personal sanitario. Buenos ejemplos de esto son la negativa a la derivación de mayores de las residencias a centros hospitalarios, o el regalo de mascarillas a la población cuando escaseaban entre el personal sanitario, o la construcción del hospital Isabel Zendal, cuando existían otras instalaciones dentro de los hospitales ya existentes en Madrid sin abrir y centros de Atención Primaria saturados e infradimensionados esperando desde hace años a ser reforzados. El gobierno de Ayuso ha tomado decisiones durante toda la pandemia que no han priorizado la salud y el cuidado de la ciudadanía.

En las elecciones del 4 de mayo nos enfrentamos a una vuelta más de tuerca con la tendencia a la extrema derecha del gobierno del PP para captar los votos de VOX. Es tiempo de reaccionar para evitar, no solo que nuestra comunidad esté en manos de la derecha, sino que directamente esté gobernada por ideas ultraderechistas.

Es imprescindible la movilización de toda la izquierda para conseguir que los partidos progresistas consigan la mayoría absoluta. De esta manera se parará el avance de las ideas ultraderechistas que pretenden vulnerar el derecho a la educación libre de los niños mediante el PIN parental o que propugnan ideas xenófobas.

Será necesario exigir al nuevo gobierno progresista que revierta las políticas del PP durante estos lustros y hagan políticas que busquen el bien común.

Necesitamos sentar las bases para fortalecer la sanidad pública y la atención primaria, que son elementos claves para luchar contra la COVID19, pero son también básicos para mejorar la calidad de vida de la población.

Necesitamos una educación pública que consiga una verdadera igualdad de oportunidades que permita la integración social de los más desfavorecidos y el acceso gratuito a la cultura para la mayoría de la población.

Es necesario revertir los desaguisados medioambientales que se han venido produciendo en nuestra comunidad. Un ejemplo son las autopistas radiales innecesarias y ruinosas que han supuesto fuertes impactos ambientales. O las infraestructuras que favorecen el tráfico privado y el gigantismo de Madrid. O los nulos esfuerzos para reducir las emisiones de gases de invernadero. En su lugar, es necesario apostar por la accesibilidad de los servicios y por un modelo de movilidad sostenible. Asimismo, apostamos por una gestión racional y pública del agua, evitando la privatización del Canal de Isabel II.

Necesitamos mejorar las medidas para luchar contra la desigualdad y reformar la fiscalidad para que los que tienen más contribuyan a sostener los servicios de los que nos beneficiamos todos.

Necesitamos impulsar el desarrollo de guarderías y colegios infantiles públicos que permitan la conciliación familiar y el desarrollo de la educación por los buenos tratos y contra la homofobia, transfobia y plumofobia. Asimismo, necesitamos el desarrollo de un plan integral (sanitario, social, económico,…) autonómico para la prevención e intervención contra la violencia de género ya que ahora los recursos que se prestan en nuestra comunidad son testimoniales e insuficientes para la situación que estamos viviendo, y aún más si tenemos en cuenta el aumento producido en la situación de pandemia.

Las residencias de mayores deben tener como objetivo la dignidad y el bienestar de las personas residentes y no el beneficio empresarial de los fondos de inversión que hoy, casi monopolizar el sector. Sería también necesario desarrollar un sistema público de ayuda a domicilio para el cuidado de las personas dependiente que favorezca la permanencia de estas en sus domicilios y no impulse el sobreuso de las residencias y además contribuya a la conciliación.

Necesitamos políticas de integración con dedicación a las personas sin hogar y de mejora de los servicios para quienes viven en la calle.

Por todo ello queremos hacer un llamamiento a acudir a votar por las opciones de izquierda y poder así expulsar al PP de la presidencia de la Comunidad.